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Como al través de un prisma casi ahumado la cumbre de la sierra se destaca, y la lluvia desciende hasta el sembrado, se acoge bajo el níspero el ganado y muge melancólica la vaca. abre lirios, geranios y amapolas su paso floral el joven Mayo; derraman sus inciensos las corolas y ensaya en el empíreo sus cabriol el crótalo mortífero del rayo.
En la pista Que piafe tu corcel suelta la brida, mientras clavas tus ojos en la altura; oculta los dolores de tu herida, no temas la traidora acometida ni el insulto mordaz de la impostura.
En haces de fulgor rompa tu verbo relampago de luz. sobre el tumulto; no des al aire tu dolor acerbo, ocúltalo los ojos del protervo y llévalo en la brega siempre oculto.
Ulises fué muy grande cuando pudo la púrpura esconder de una estocada bajo el disco de bronce de su escudo; marcha la lid sereno y no sanudo y pon sobre las cumbres tu mirada. deja los espíritus pequeños con los afanes de cortar tu paso: inútiles serán esos empeños mientras te alienten los brillantes sueños de llevar tu bandera hasta el ocaso.
Asombra los reptiles y al gusano el ave en los olimpicos dominios, y triunfa del veneno del pantano cuando emprende su vuelo soberano para ir en busca de solares minios.
Así, cuando te lancen vituperios, como el pigardo, la región escala, y tornarán tierra los dicterios mientras cruzas celestes hemisferios acariciando estrellas con el ala.
Lisimaco Chavarria 3223
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