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Decadentismo En el número de hoy de Páginas Ilustradas, como lo ofrecimos, terminamos con los conceptos eminentemente jui.
ciosos que expone Carlos Arturo Torres en sus Estudios, sobre el tópico que venimos tratando desde números anteriores. En el próximo, nos referiremos a los de otro notable escritor colombiano muy conocido en Costa Rica y que ha hecho carrera de periodista de primer orden en las Repúblicas del Sur. He aqulos párrafos últimos con que aquél termina su importante obra. En el dominio exclusivo del arte Ilo habrá innovación, por genial que se le suponga, suficientemente poderosa impedir que el hombre vuelva alguna vez y muchas a las obras anteriores olvidadas imperecederas.
No hay, pues, en realidad un espiritu viejo y otro nuevo que, como conceptos absolutos, partan el sol y en cuyas banderas esté escrito: aquí, tradución, y allá, porvenir. La mente humana es a la vez múltiple en sus formas, una en su esencia, modificada y modelada en cada caso por las circunstancias ambientes; verdad que nos llevará no rechazar los recién venidos, y lo que es todavía más generoso y más social, no desconocer los que han pasado, Ninguna revulución literaria puede implicar destrucción, sino renovación.
Vale la pena de que se analice en alguna parte el concepto tan agresivo como vacío de sentido de que los nuevos han hecho rodar por el polvo los idolos de ayer. Qué significa tan hueca frase. Que una nueva forma de arte ilumina las anteriores? Esa seria la más insensata de las negaciones, el mas la mentable de ls empobrecimientos; si eso fuera asi, el espíritu humano se iria disminuyendo día por dia, perdiendo en cada etapa el acopio de ideas y de formas anterior, todo el inmenso trabajo acumulado y extratificado como base de ulteriores desarrollos. Que no se imita ya ni se debe imitar esos «dolos derrocados? Ni ellos ni a nadie lo posible; y bien entendido que hay menor peligro para el gusto y la cultura generales en copiar las modelaciones que el clasicismo consagró, que en lanzarse en pos de los espíritus originales y personalísimos que crean nuevos conceptos del arte, porque esos talentos de elección son inimitables, y lo que es en ellos atrevimiento genial y revelación deslumbradora, puede resultar caricatura grotesca en los menos bien dota.
dos. Qué no se lea los de ayer? Eso se ría dejar las nuevas generaciones en tinieblas sobre la formación histórica de la literatura; de ahí al criterio de Omar no hay más que un paso. Que no se les admire? Concedido el derecho de leerles está implicado el de admirarles, si son admirables. La pomposa frase no corresponde, nos parece, ningún hecho real.
La cultura humana es la resultante armoniosa de las ideas que brotan al estímulo de las necesidades, de los dolores, de las investigaciones y de los anhelos de la época actual, sumada a las anteriores adquisiciones mentales. En la obra de arte el pasado y el pasado principia cada instante como exponente de mentalidades definitivamente formuladas, de estados de alma que el presente no puede ya modificar, es irreparable; como hecho consumado en miriadas de formas y miriadas de obras, es indestructible; como santuario que guarda los tesoros de la mente humana al través de los siglos, es inviolable. Si mañana tuviera su grandiosa realización un pensamiento como el del teatro annunziano de los Montes Albanos y se erigiera un Templo la Palas Atenea del porvenir, y en ese santuario agitara un arte soberano cuanto bello y grande y nuevo y atrevido exteriorizan la línea el contorno, podría alguno exclamar en la soberbia del triunfo realizado: zhemos arrojado al polvo el Partonon?
En las sociedades como en los hombres, el pasado guarda muchas veces lo mejor de nosotros mismos, en el orden intelectual, es la montaña de formación mil veces secular sobre la cual brotó ayer una floración maravillosa, hoy otra y mañana otra y otras en el engranaje de los siglos; la montaña tiene ya los caracteres de la eternidad La inteligencia humana se refresca en ondas siempre nuevas y huye de ellas como Hera, virgen cada vez, pero no como Hera celosa del pasado ni destructora de sus creaciones; las escuelas no se oponen sino Se continúan y se completan sin pensarlo y sin quererlo; no hay demoliciones literarias ni aun revoluciones propiamente dichas, sino adaptaciones sucesivas, correlación incesantemente renovada entre la forma literaria y el estado de alma de cada generación.
Nota de is. Ejemplos: Rubén Darío y todos los imitadores de Hispano América, Redacción 3342 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lisano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica
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