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Le das siete colores de luz al arco iris y doras las escamas del viejo cocodrilo: tú fuiste del egipcio el sacro dios Osiris te levantó Sesostris un templo cab. el Nilo.
Al reino de los cielos, do tu grandeza fincas, do vas hilando lumbres de nácar en tu rueca, ti alzaron sus preces las bocas de los Incis y ti tendió sus brazos el Sacerdote Azteca.
En el trigal te meces, fulguras y te acampas y y ruedan por los riscos tus dardos en fragmentos; cabalgas en los potros que corren por las Pampas y en Libia y en los mares, en alas de los vientos.
Desplegas en la altura tu clámide que finge incendios ilusorios en el confin remoto; tú das vida y fulgores al ojo de la Esfinge que ve las caravanas en viaje hacia lo ignoto.
Tú das hálito ardiente al cetiro de Marzo y las gardenias brindas colores carmesies tú cuajas en las rocas los Ópalos y el cuarzo y das color de sangre y luz a los rubies.
Extraños arabescos dibujas en las frondas y bajas los mares y en su cristal te bañas; retozas cumo un niño encima de sus ondas y pones transparencias de anil en sus entrañas, Semejas en el éter vocablo que apostrofa al ser que se apellida Señor del Universo ti los epinicios mejores de la estrofa que surgen de las liras con música de verso.
Oh, padre de las cosas que viajas por los cielos rigiendo tus euadrigas!
Tú das savia a las vides, perfumes las rosas, fulgor los diamantes, sazón las espigas.
Acoge mi alabanza con ese amor inmenso que tienes para el hombre y brindas las aves: mi salmo es by ofrenda, tornada va en incienso, del Cosmos infinito se eleva entre las naves.
Lisimaco Chavarria 3356 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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