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yo lo Es or esItaba ary que nano aun los duenestros La gloria es sin duda un acicate que suele empujar nuestro espiritu por la via de las grandes acciones de las sublimes empresas; pero es también un trampantojo rid culo. No sino, reparemos en que la mayoría de los jóvenes confunden la gloria con esa pobre notoriedad adquirida en la escuela de los elogios mutuos. La gloria grande, para espíritus superiores está reservada. Pero cuáles son los espiritus superiores. Ah. eso alla lo deciden sus obras, andando el tiempo. Que cada uno por el bien de todos trabaje con el instrumento, burdo o fino, que la madre Naturaleza puso en sus manos. eso es lo que cumple a nuestro deber de hombres, más propio ennoblecer los tristes afanes en que vivimos que el aura engañosa cuyos pasajeros arrullos torpemente confurdimos con el canto de la sirena inmortal.
Gastón de Silva que, Rasicaancinn Ervide Obra een que atria olar este arrmón em.
foha uyo Gris Para Daniel Ureña (lirico Sobre mi viejo estante yace em produce en mi las mismas impresiopolvado y como en olvido un libro nes.
blanco y tierno de Alfredo de Musset. La tormenta me aventi lejos, el Libro triste y sentimental, en cuyas huracá me ha echo arrimar páginas el dolor se anida como la puertos no soñados, el dolor ha emtristeza en el alma de las cosas. bargado mi espiritu y mi alma de ¿Por qué habré abandonado ese poeta y de artista se fué con mis iluviejo compañero de mi vida. Por siones muertas y marchitas.
que no he vuelto a leer esas páginas He ahí por qué ese libro no es padolorosas sobre las que me sorpren ra mí. Ya Alfredo de Musset no llega dió muchas veces la aurora de un hasta mi alma, su canto no entristenuevo a?
ce ni conmueve mi espíritu, destina¿Por qué ese testigo de mis soleda do ya las recias tempestades y las des y de mis tristezas yace olvidado y luchas.
separado de los otros libros míos? La última vez que escuché los can.
Recuerdo las tardes liricas en que tos de Musset fué lejos, muy lejos, las orillas de la mar leia los versos no recuerdo dónde, sólo sé que no de Musset, y en esa hora de tramon produjeron en mi sér las gratas emoto, hora silente en que el espíritu siones de otros tiempos, de aquellas idealizado se embriaga al contemplar tardes consoladoras en que mi espila belleza del paisaje, era cuando mis ritu artistico y delicado parecía emlabios murmuraban la plegaria del briagarse y escuchar los arpegios poeta su Lucía.
melancólicos de una flauta italiana. Por qué, pues, ese libro ha deja tañida por una hada misteriosa en la do de ser mi confidente?
so edad de un castillo encantado.
Extrañas transformaciones de la ¡Pobre Alfredo de Musset! ya no vida. Ayer lo amé y fué mi compa puedo leer tus páginas sin que una ñero en los días de nostalgias en que sonrisa asome mis labios. tu limi alma parecía triste como un cre bro viejo y empolvado, es reemplapúsculo gris. Pero hoy ese libro zado por otro malévolo y perverso, por un libro de Brunetière.
canCros noene sin ien un uino, me sas en ue to.
Jer inue stá Luis Galofre 3361 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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