Guardar

Esas horas suaves que siguen al día pasan sobre el alma sin turbar su faz, Mientras en el seno de la noche umbria perfumes y cantos unen su armonia, y en el pecho se abre la flor de la paz.
Allá tras el monte la luna clarea, de novia, los velos de muerta el color; y el humo se escapa de una chimenea, la sola que activa parece en la aldea de donde la aurora partió el labrador.
Mas éste ¿qué anhela, que el paso apresura inquieto y ansioso se le ve volver al hogar tranquilo, donde está segura y en paz la conciencia, y en donde la pura llama del cariño guarda una mujer?
Divisa lo lejos la cruz de la ermita y en aires serenos ve el humo flotar, y siente en el pecho que un peso gravita y preces humildes andando recita y en alas quisiera volver al logar.
La aldea está muda, se ven esfumadas las casas por entre la niebla salir; y al fin del hachero se oyen las pisadas sus propias puertas, que medio entornadas, muestran de las luces el ir y venir, Aquél no vacila, penetra y avanza corredor adentro, muy dueño y señor; y presa de duda, presa de esperanza, aun teme indagarse y entra sin tardanza en un claroscuro aposento interior.
Allí está su madre, que en el rostro amante refleja del alina ia ingenua bondad: y hecho un rollo pulcro, le pone delante, gozosa observando su absorto semblante, un niño que cuenta seis horas de edad.
Un botón la boca, mórbidas mejillas con un par de hoyuelos que hacen sonreir, el gorro calado, prietas las mantillas, y puños y cuello frescas mantequillas, así gasta el niño la vida en dormir.
El padre, temblando, lo toma y levanta, mudado el semblante de viva emoción: risa y lloro un tiempo siente en la garganta, y en voz que el sollozo cortado quebranta, no me engaño, dice, mi fiel corazón.
La anciana, que observa, ya al hijo, ya al nieto, con ojos curiosos y aspecto triunfal, al notar de aquél un ademán inquieto. Bien feliz ha sido, dicele en secretodéjala que duerma su sueño cabal.
Mas él aun pregunta y a besos procura que abra los ojuelos aquel dormilon; y la abuela sigue: Yo estaba segura, lo dije hace tiempo. mujer. qué locura. ser el primogénito y no ser varón? volverme estuve cien veces tentado desde esta mañana, madre, que parti; 3393

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