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Pasearse en.
Para Páginas Ilustradas za zd ve úr br da pr de ap lle flo to: rro loi Según la Gramática de la Academia Española el verbo pronominal pasearse rijelas preposiciones en, con y por. Así decimos: pasearse por el parque, pasearse con su amigo, pasearse en carruaje; pero lo que si no descrimina la gramática es lo de pasearse en el baile, en un proyecto cualquiera, por echar perder una cosa y otra, todo lo cual hemos visto reasumido en un modismo expresivo que todo el mundo entien de que dice después de un desastre: se paseo en las perlas.
Vayan ustedes donde don Carlos Gagini y les dirá: el verbo pasearse está empleado en un sentido metafórico figurado; y nada más. va.
yan dorde Bopp. donde Rufino Cuervo, donde el mismo Salomón, que diz sabia como el dervís del cuento, el lenguaje de los pájaros, y nada nuevo les dirán. Yo sí voy explicar, como si dijéramos, esta filosofía de la historia del sacramental modismo. lo explicaré pidiendo previamente la venia, muy especialmente a las amables lectoras de Pdginas, para que lo usen de hoy en adelante con suma discreción y reserva (es decir, sursum corda, sea debajo de cuerda. como dijo el otro. por las razones y motivos que más adelante sabrán. Más de una exclamará. Qué barbaridad. por qué no lo había Ud. dicho más antes?
Ya que Fray Juan se le olvidó, ahí va el cuento.
el Erase un padre de familia, como no hay muchos, que se esmeraba mucho en la educación de sus hijos, no ahorrando oportunidad ni medios para darles una lección de moral de buena educación. Una vez que tenía invitados su mesa, uno de los chicuelos dejó su asiento precipitadamente y salió corriendo sin pedir ninguna clase de excusa por su falta, la cual fué calificada de muy grave por el buen señor su padre.
El delicioso bebé dió una explicación satisfactoria de su violenta salida del corredor, comunicando al padre que súbitamente había sido atacado de un tremendo cólico que no le dió tiempo para cumplir, como niño educado, con los preceptos de Carreño. Está bien, pero otra vez que se te ocurra algo, debes decir siquiera: con el permiso de ustedes, voy pasearme un rato.
Otro día, en la mesa y con invitados, el obediente niño, dió un grito y se puso como grana y por último prorrumpió en llanto, al mismo tiempo que todos los circunstantes percibieron en el ambiente unos efluvios que no provenían de las viandas ni mu menos de rosas y claveles.
El jefe de la casa comprendió lo que pasaba y dijo al infeliz muchacho que fuera dar un paseo si se sentia indispuesto, pero éste contestó cumpunjido y lloroso. Papá, si ya me pasié en las ropas.
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