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Los palomos VO, Es Nachita una señora de la clase obrera, ya entrada en años, pero fuerte de cuerpo y de alma Todos los habitantes del vecindario, sin excepción de sexo, edad y condición la miran con respetuosa simpatia, tradicional en los más jóvenes. Su nombre de pila es Ignacia, que el cariño y la popularidad convirtieron en Nachita, como es conocida de todos. ella acuden las damas de alcurnia para consultar sus dolencias y las de sus hijos antes de llamar al facultatidel que en más de una ocasión se prescinde por la experiencia y acierto de Nachita en aplicar sobos, tisanas y apósitos. Con frecuencia pasa las noches enteras la cabecera de algún enfermo desvalido de campanillas haciendo gratuitamente de hermana de caridad, ya alentando a los deudos del paciente con sus cuidados diligentes.
Tampoco hay festejo comilona en alguna casa del barrio los que no sea llamada Nachita como habilísima que es para disponer un amasijo, rellenar un chompipe, confeccionar una salsa dorar al horno una lechona.
Experta gobernadora de su casa en donde campea la par del orden la limpieza en medio de sus modestas condiciones, realza el cuadro de su atrayente hogar, el trabajo activo y remunerador. Hace cigarrillos, cajetas, tamales y otras golosinas para la venta. que vuelan de su casa apenas salen de sus hábiles manos. si por la calidad de la confección solicitadas, más aún por la fama de su proverbial aseo.
Viuda de un artesano que en los últimos años de su vida anduvo vertiginosamente por la pendiente del vicio hasta despeñarse en él, la señora Ignacia ya libre de tan cruel torcedor sobrellevado con ejemplar resignación, ensancho sus pequeños negocios sin descuidar la buena crianza de sus hijos, tres de los cuales estaban en edad escolar.
La hacienda de Nachita progresaba, no como progresan las de ciertos hábiles mercaderes empleados públicos más hábiles aún, que en cuatro años lo más, improvisan una fortuna apesar de sus liberalidades; no, la hacienda de la buena señora progresaba lenta, pero seguramente, como que en su manejo presidían la diligencia honrada y la economía bien entendida.
cho los grados de la escuela primaria, optó por el oficio de su padre, y hoy es Al cabo de seis años, su hijo mayor, después de haber cursado con prove uno de los mejores oficiales de la fábrica de Morales Bejarano. y sostiene su hermana en la sección normal del Colegio Superior de Señoritas.
La señora Ignacia le insinuó la idea de que entrara al Liceo; pero el muchacho, con raro y plausible criterio, resolvió aprender un oficio manual para ayudar con más eficacia y prontitud su madre, hizo bien. Qué fuera de él hoy con el título de Bachiller Licenciado de los de tres al cuarto?
El tercer hijo de la señora Ignacia cursaba por segunda vez el quinto año de la primaria, y pasó condicionalmente en los últimos exámenes. De genio revoltoso y activo hacedor de novillos, frecuentaba con algunos de sus compañeros la poza de la mina y cuantos lugares de recreo hay en los alrededores de la capital: y no había función de caballitos maroma, en la que no se colara furtivamente para luego armar la bronca dentro de la tolda. Sus compañeros lo llamaban Licurgo, porque decía que él iba seguir la carrera de jurisconsulto.
Tenía el maldito una cría de palomos en el solar de su casa, y de cuando en cuando vendía un casar a alguno de sus condiscípulos y uno que ctro pichón para algún enfermo. Con los productos de su palomar, el pichón de abogado compraba triquitraques, bombas y algunas golosinas, y congregando a sus predilectos, se iban pasar el medio día las orillas del Torres, en donde se entregaban todos los deportes imaginables; pero sucedió que un día hubo lujo de despilfarro, óleo de dinero, como se dice, y hasta una botella de vino angélica se consumió en el jolgorio, y sus compañeros fueron obsequiados con sendos diacuatros. El pic nic trascendió, y ese día, por providencial coincidencia, un 3451

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