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lista detallada con planos y todo, de casas particulares y establecimientos de comercio donde poder entrar y robar con toda comodidad; además, las señas personales del caballero ladrón eran comunicadas a todos los polizontes, único medio de evitar una plancha, esto es, la detención de un malhechor asociado.
El negocio, durante algunos meses, marchó admirablemente. Los habitantes de Kief ponían, eso sí, el grito en el cielo, clamaban contra los incesantes robos de pisos, de almacenes, atracos diurnos y nocturnos, etc. etc. elevaban enérgicas quejas contra la impotencia de la policía; Aslanof se desternillaba de risa, cobraba puntualmente sus derechos, sentia un cariño y una admiración cada vez mayores por aquellos dignisimos y laboriosos facinerosos que tan eficazmente le ayudaban redondear su fortuna.
Desgraciadamente, vino el día en que se descubrió el pastel; Aslanot ha dado con sus huesos en un calabozo; otro jefe, otro coronel, que parece tener un criterio policiaco completamente distinto le ha reemplazado; ladrones y esbirro se miran consternados y murmuran: Qué lástima! un hombre tan bueno. la población se encomienda San Sergio, San Miguel y San Nicolás, los tres santos nacionales, rogándoles fervorosamente pongan remedio tantos males, libren la Rusia de burócratas, reaccionarios, revolucionarios, ladrones y policía iiQué delicia. For la copia, Perico Flurón Paris, 20 de mayo de 1908.
Canción del campesino Sobre la verde grama durmiendo está la joven más hermosa de mi lugar.
Al dormir tan tranquila. qué soñará?
Tal vez en los amores de algún galán.
La brisa perfumada besa al pasar, su cabello de virgen y su alba faz.
El ave con sus trinos llega ensayar un canto que parece canto nupcial.
Con penachos de espumas el agua va coronando las piedras entre el cristal, y con dulce murmullo sabe halagar el sueño placentero de la beldad.
Mañana cuando asome el sol su faz y con sus rayos de oro llegue besar la frente del labriego que va ganar, con sudores y penas un triste pan.
La imagen de la niña me alentará mi espíritu abatido de lamentar, el rigor de la suerte siempre fatal para el pobre que lucha sin descansar.
Sobre la verde grama qué bella está la niña más hermosa de mi lugar, que guarda en su alma limpia como el cristal, tesoros de virtudes y de bondad.
Daniel Ureña 3459

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