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enige SOLERA Llegó el moinento ansiado: con vinculo amoroso unimos nuestra suerte mi dulce ainada y yo: los dos llenos de gloria, los dos llenos de gozo, al ver que con sus alas la dicha nos cubrió.
Masay! que todo acaba.
Mi suerto fué mentira: se cierne en torno inío la suerte que es muy cruel.
Mi esposa que se enferma, que tose y que delira, y en medio de nosotros la luna sólo hic!
La tisis la devora.
Velando junto al lecho la mano de la ciencia batalla sin vencer: en tanto que la angustia Tevuelcase en el pecho y obliga a mi ainia triste mil lágrimas verter.
El cielo está de gala: brilla oro entre las nubes y hacia ellas vuela el alina de mi alma y de mi hogar, y bajan de la altura diciendo los quierubes: te manda el cielo un ángel tu Danto consolar.
Mi pobre huerfanita Se hallo sola et la cuna y el néctar de las madres su labin do prubo: más tarde, cuando joven, perdió hasta la fortuna de ser feliz al lado de un hombre que adoro. Abuelo, no concluyas, que estás inuy agitado, yo iniro ius pupilas de llanto humedecer; abuelo, no prosigas.
que siento que a mi lado hay alguien que me bes.
me besuchas veces.
algún extraño sér. El beso de las alinas!
que alumbran los dolores y con su luz nos dicen que el alma es inmortal; la mas son estrellas que lanzan sus fulgores y alumbran los adisios dei misero mortal.
Daniel Crec El poema del nido Lluvia de perias, nube de aromas visten los campos primaverales: rubias espigas las verdes lomas, nieblas azules los manantiales.
La agreste lira de los amores vibra en los sauces de la ribera.
y allá en un toldo nupcial de flores, cantan su dicha los ruiseñores, una mañana de primavera.
II Dioles el campo césped mullido, dióles el viento piúsica y galas.
y ellos cantando cubren su nido ya con sus besos, ya con sus alas.
Todo era fores en la pradera; todo era nubes de oro en los cielos: era una tarde de primavera cuando arruliaron, por vez primera, los ruiseñores sus hijnelos.
Gouan Rossel

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