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Sobre la torre Traducción para Páginas Ilustradas Aquel diil. Her blé se levantó a la hora que había pensado: cuando los primeros Pays de la aur. anirnaran las flores de las cortinas de su alcoba. Abrió la Ventana vió 1a campina ormanda que todavía dormia, aún pálida. Los árboles y los campos de verde oscurt, parecian inmóviles hasta el fin del horizonte indeciso. Hácia Oriente. ya asumab 12 los primeros rayos rosados del alba. Mr. a Herblé records enseguida su naor, su ronie. 2018 y en cinco minutos se vistió y bajó al jardíu donde su gran erro fuso lo recibió con alegres ladridus. Calla. Tigre. Pero al ver que su lebre no se calaba, agregó: Vamos Vainos. El valge, entonces, ligero como una fecha, paso por la puerta entreabierta, y su patrón sonrio a) verlo gulopará través de las vinas, por un camino que conocían bien, puesto ene todos los dias lo haciau hasta la última quinta de caserío donde habitaba el matrimonio Simons, ricos americanos, con su hija Miss Edel. Estará levantada. se pregunto Jr. Herblé. No es una apuesta. Será posible que baje de su alcoba y que se confie sola u mní para que vayamos presenciar del alto de la Torre Alaspret, el nacimiento del sol. Hacia tres meses que cortejaba Miss Edel: primeranente en Paris, y después en el campo, donde el, con inucha astucia, llevó a la familia Simons pasar el verano, con la esperanza de alejar los rivales. En efecto, ya celoso y locamente enamorado de la joveti americana, anhelabe hacerla su esposa, pues rico, poble y lleno de excelentes cualidades, no dudaba ser aceptado por los padres, y sólo lo detenía la decisión de ella. Ei se mantenia en la incertidunbre. pues algunas veces era tan jovial en sus coqueterias, como en otras ccasiones reservada en frios y silenciosos momentos. Algunas veces, por sus risas argentinas, por sus dulces y tiernas miradas, 10 ilusionaba brindándole una completa familiaridad, y otras, después de un intimo apretón de manes, sin saber por qué, se retiraba dejándolo desconcertado.
Un dia, ella le dijo, señalando con la punta de la sombrilla la Torre Alaspret, que domina del alto de una masa de rocas el país de Coux. una distancia no me.
nos de diez eguas la redonda. Es cierta esa leyenda de las sencillas mujeres, que los promenidos de este preblo acostuinbran snbir una vez, juntos y solos, esa Torre fin de ver el nacimiento del sol?
El respondió.
En efecto, es una superstición local. Los novios jarnás faltatt. y creen, que si el sol queda culto invisible entre las nubes, la unión de los jóvenes es desgracia da: pero si brilia y alumbra con pureza, ven radiante su dicha futura!
Ella, con un gesto uunriente, agregó. Eutonces, rehusando mostrarse el sol, han debido deshacerse muchas parejas. Eso se ha ris:o muy rara vez. El amor de los prometidos vence nueve veces sobre diez. Incrédulos, rechazan el augurio si les es desfavorable, y lo aceptan solamente cuando les sonrie.
Debe ser un bello espectáculo continuo Miss Edel Ver el nacimiento del sol desde lo alto; verdaderaînente me encantaria subir a la torre.
justamente mañana harà un buen dia, señorita. afirma, mirándola hasta el fondo sus ojos azules.
Crée Ec ese caso iré. me permitirá acompailarla. balbuceo.
Como guste. contestó ella mirándolo de arriba bajo, con soberbia indefinible mirada.
con sus cabellos de oro bajo un soinbrerito de paja, la de Suecia, los pies calzados con zapatillas de cuero a do color inaiva, apareció.
Gani Morning! dijo.
Fué tau seco y tan frío el saludo, que Mr. Her decimiento que tenia preparadas. Silenciosos siguier torre por entre bosques.
Un bahu se levantada de las ierbas y hojas. imponía, y juntos Seutian una impresión de soiedad y ieza de la hora y del despertar insólitos, inducia a los melancolia, 20 sin encanto, y un disgusto a causa de audacias. Pero rabian ya caininado demasiado para in la delicia de esa aventura que ciertamente los una ma en el sol, que iban a conteniplar inomeutos más tarde, cuenta, sufrían por adelantado el prestigio fatídico.
mente fuera decidir de su noviazgo.
Los picos de tonos rojizos sucedían los ab Silas tapizaban de musgu los juncales resinusos y cis por todas partes aun se ocultabau. y el Caminillo ser an ribazo que todavía ocultaba la torre.
De repente, al cruzar el camino, apareció el hiso cielo descorido, en medio de ruinas descarnadas de lic salvajes, como un último vestigio feudal del Castillo Miss Edel, ligeramente sufocacia, miraba Orie comenzaban a colorear el cielo, donde las nubes semej Llegarnos tiempo. pregunto ela.
Hay muchas nubes suspiró Mr. Herble, the tengo miedo de que el sol quede oculto. Ah! exclamó ella sin que se pudiera saber si Una liebre paso entre sus pies, sacudiendo el roc dedor de ellos grandes circulos al galope, al ver el ani diversióu entreturo Miss Edei, sobre todo cuando ella do, pues la liebre, después de dar alguuas vueltas, se matorrales.
Caminaron todavía algunos pasos y cuando se e Tre, jadeantes, casi ante el arco negro sin puerta que de caracol, ella tiró su caballero indecisa y burton Es su deseo subir hasta el fin. Me parece qe bient, agregó.
Tiene miedo, Miss Edel? Eso no debe ser mirada de reproche minda y penetrante.
La respuesta la hirió en su orgullo, y para mos de nada, ni de él, ni de ella misma, ni del problenátic ria la salida del sol, se resolvió a subir precipitadame 11 la siguió. por largo tiempo sublan ciegas y ca palabra banal, cuando de pronto el gran aia lus deslu en donde Miss Edel, agitada, lanzó ante el vasto paisa esa cita iba, cita excéntrica en verdad. pero no menos que los momentos de solaz que habian distrutado juntos en las barcas, y en las noches en la terraza de la :sa de campo, gracias a la confianza de los señores Simons, y de acuerdo con el libre flirt de América.
Mr. Herble, sin embargo, dudaba. Se burlará de mi. Pensaba. si por casualidad la despertado y oculta tras las persianas reira de mi inútil espera y de ini aire desconfiado. sería ridicule. Ah! si no fuera tan linda. Un entusiasmo de esperanza le hizo batir violentameute el corazón. Acababa de apercibir Tigre ante la reja de la quinta y su delicado cuerpo inquieto de alegría como si reconociera una antiga, y casi ai mismo tieinpo, irreprochablemente arreglada, 2538 Una inmensa extensión de costas, de valles y de pejo triangular de estano que divisaban io lejos, en Oceano. La foresta de Alaspret, del pie de la torre amontonamiento de cimnas redondas que se extingui eampiña recordaba un tapiz remendado: sus manchas ban el trigo: aquellas piedras grises, los pueblecillos: ta tos blancos de los campanarios: un riachielo, bajo los de un galón de blata orlado de verde. De todas partes por gris, que bañaba con flujo mnoviente la Torre, y aqu tinente sumergido bajo un mar de niebla.
El Oriente se enrojecia cada vez más, las nubes Ta, que hacian pensar en las sigantescas brasas de un un horno. El silencio se unia ai misterio y a la impresi que se levantaba, con la aurora, sobre la tierra. Miss este despertar infinito, y en las siempre jóvenes y vitales millones de dias parecidos el sol habia alumbrado ya: el trabajo del campesino sobre el pedazo de tierra; el tra

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