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dades; el nacer, el amor, la muerte y cuantas alegrias y dolores de los seres. Ellos pensaban en su misma vida, en su juventud primaveral, en el azar que los habia de cho conocerse, y que ya no llamaban azar, sin destino. Una mútua presciencia que sus dichas se jugaban en aquellos mouentos se una la angus is la espera, acvinpaida de una animación dolorosa y suave para ver aparecer al fin el astro rojo.
Pues sin atreverse cunfesarlo, en ese momento supremo sintieru miedo supersticioso de aquellas nubes policromas que quizá cubrian el bracero celeste, apagando si cara de fuego.
Inmóviles y recostados en las almenas, aguardaban, mientras el gran perro al lado de ellos, levantaba la cabeza liacia el cielo, notándose en sus pupilas un reflejo púrpura, donde notaba esa mirada persativa que llevan las bestias amigas del nombre. An. exclamaron los jóvenes un mismo tiempo. El se acaba de brillar al través de un rasgou de nubes; éstas se desparramabat, buyendo 419 rápidamente que paTecfa que un fuerte viento barria el espacio de lejos, a fin de que el orbe color de les se elevara, en una gloria serena, al fondo del éter vermejo. Edel. suspiró Herblé. la vió resplandecer de una prestigiosa radiación y ballada en una siva claridad. En el paisaje traspasado de vida y llamas, ella parecia el centro de las cosas; su gran belleza se humanizada con la gracia de la ternura: las lágrimas brillaron en sus ojos puiros, Mirad exclamó ei el cielo libre. No habia una nube, en efecto: el eter respiandecía, el sol lentamente ascendía, y cada vez más, se veía evaporarse y desaparecer la mar de bruna que esfumaba la extension, mientras que esta precisaba sus formas y colores, se avival con todo plendor fecundo, los bosques, las cesechas y los prados. Una juventud verde y rienze palpitaba sobre la tierra, en un soplo de brisa errante que embalsamaha.
Humos casi invisibles exhalaban los techos de los caserios. ul Angelus se oyó, y Inego otros respondierog, agudos y ligeros como cantos de aloedra. Lo pájaros des pertaban y la vida resucitaba por todas partes.
Entonces, en el nimbo tibio y ciara que los bababa de oro, Miss, Edel Simons ten.
dió con firmeza su pequetia inauo Herble, quien se aproximó ella, y dulcemente se juraron amor, ante la Torre de lcvante, frente al sol y ante el mundo, y sellaron aquel solemne compromiso con un primer beso. es En el Irazú. Excentricidad yangu Traducción de Castro Paul Siargueritte al Sapo ¡Pobre cantor del lunedo boscaje.
si el mundo te desprecia. ro te quiero.
porque no es la llermo ura ni el dinero para mí lo más digno de homenaje!
La fealdad de tu rostro y tu linaje no merecen ponerles tanto pero: adernás, ti nisión de rdinero es digna de a precio y no de ultraje. Cuántas almas cambiaran sus la rapos, su vestidura negra y criminosa por la piel cenicienta de los sa pos. Pobre cantor! Ti vales otra cosa: la fama de muchísimos poetas no vale lo que valen tus retretas!
Eloy Prac Colombiano 3540
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