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;692 PÁGINAS ILCSTRADAS Cómo terminó un baile de la Corte de Napoleón 111 Me ha dicho quien lo sabe, que una noche, ultima de junio o primera de julio de 1867, irradiaban como ascuas de oro los salones de la residencia de Napoleon III.
Napoleon era por entonces el dirbitro de la politica de Europa.
Había triunfado victorioso el pabellón de su Iniperio en algunas campañas de renombre; y creia sertir en su orgullo que soplaba en su derredor el mismo aire de gloria que respiró el gran Bonaparte en las Pirionides.
La Emperatriz Eugenia, aquella española encantadora que lcnios visto cruzar res.
tida de negro, de corte en corte, sin ser reconocida ni saludada acaso, daba en esa noche un gran baile, al que asistieron todos los miembros del cuerpo diplomático, incluso su Presidente, Monseñor Chigs, Nuncio del Papa para conocer al gran Sulcin. bdul Azis, que estaba de visita en la capital de Francia.
Todas las avenidas y calles que condueian la residencia inperial cran verdaderos ríos de brillantes encajes, de condecoraciones. Je uniformes, de libreas, de cuanto deslumbras enloquece al vulgo curioso que formaba compactas vallas los numero. sos invitados.
La Emperatriz era la que empuñaba el cetro de la hermosura de la moda, de la delicadeza y por qué no decirlo: del mundo monárquico europeo. pues que nadie era superior ella en lo que llamamos siempre la Atends vei unterso.
Cerca de las once llegó el Sultin, luciendo en torno de su jus mis de cien solitarios y uni esmeralda inmensa en el broche de su alquicel blanco.
El Nuncio, fiel a su palabra, estaba de pie en el salón imperial. miró de hito en hito aquel Soberano de Oriente, que guardaba en un harem cien mujeres hermosas, que había decapitado muchos enemigos de sa trono.
La Emperatriz presentó al Embajador de Pio IX con el hijo predilecto de Mahoma.
y éste miro al primero con el desden con que habia visto las esculturas de Notre Dame, las once y minutos comenzó el baile.
El gran Sult. in hablaba con la Emperatriz, mientras las más bellas damas de la Corte, regiamente ataviadas. cianzaban con lo selecto de la diplomacia. Jel ejército, do la politica y de la banca.
Después de media noche se anuncio. con tres golpes de alabarda en la puerta del salón, que llegaba un Vinistro Plenipotenciario, el único que faltaba y si quien Napo.
leánt habia extrañado al enspezar el baile.
Todas las miradas se volvieron hacia la per principal. por onde estro los
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