3722 PAGIXAS ILUSTRADAS Corcimos conto unos locos Félix vo y encontramos dos caditveres un hom.
bre expirando.
los muertos eran los adulteros: el he.
rido era el esposo que después de vengar.
se habia intentado suicidarse.
Durante la ceremonia o ordenador ne decia. Siempre que 519 sale has a rios muertes la hacienda A1 dia siguiente liquido nistas y regrese a San Jose LEÓN FERNAN. Al día siguiente enterramos los tres cadiveres separados unos de otros.
Bajorrelieves Juan Sola y Eduardo Ortega Ayer tuvimos que lamentar la partid?
de Juan Ramón Molina boy la de dos poetas más: Juan Sola y Eduario Or.
tega. En el primero un raro talento, ha.
bil faceteador de las piedras preciosas de la prosa; esculpta la frase con maestria de artista enamorado de la forma ters, de sus cinceles brotaron dos hellezas: Parroquia y La Armonia final que bien pu.
dieran descansar sobre un pedestal de cuarzo, como dos mármoles de las cante.
ras de Carrara magnificados por la fanta.
sia de un escultor de la luminosa Florencia. Sola vivirá en las bibliotecas se.
lectas, en las bibliotecas que guardan en sus anaqueles de cristal las obras de Pierre oti Anatole France, vivirá con los artistas jóvenes que gustan de las quimeras aprisionadas como mariposas de los jar.
dines del Ensueño. vivirá cerca de las ni.
fias rubias que gustan de arrullarse con lecturas exquisitas y en el cerebro de los pensadores Murió joven, como debieran morir to.
dos los artistas, cuando el sopor de las entbriagueces de la esperanza y de la gle.
ria produce el sueño mis delicioso. Cuen.
tan que el gran Demócrito cuando se sintió envejecer se dejó morir de hamare: pero Cervantes aun no había dicho: el entendintienta suele mejorarse con los años Goethe murió con mis de setenta años y parece que al final de su añosa existencia gozaba de lozanas faculades in telectuales y de belicza primaveral: de 10da suerte, preferitia morir como Sole: pero no como el lirico Silva haciéndome reventar una rosa encarnada sobre el pecho con la explosión de una pistola suici da. Juan Sola nació en la patria de Andrés Bello y representó honrosamente a Venezuela en Filadelfia y en la Habana en calidad de consul. En la patria de Martí fue aplaudido el escritor extinto. El Figaro de la Habana se engalano repeti.
das veces con las florecientes enredaderas de su pluma que sabía de arabescos mo.
riscos y de mezquitas refrescadas por la sombra de bosques de teberintos arraya.
nes.