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3738 PAGINAS ILUSTRADAS EN DICIEMBRE Para PÁGINAS ILUSTRADAS Una noche de fuertes vientos y de mucho frio, caminaba muy despacio, quizá buscando aquella destemplanza para hallar luego el calor confortable del hogar.
Caminaba por la Avenida Central, por esa calle de los Grandes Almacenes y de las ricas Joverías, en cuvas hermosas ventanas tanta gente se detiene contemplar lo expuesto en ellas, y en las cuales se exhiben las últimas novedades recibi: das para dicha de los ricos y envidia. y veces desesperación, de los pobres.
Sí, dichosas vosotras gentes acomodadas, que con un solo gesto hacéis que os lleven a vuestras casas lo que ordenéis para satisfacer las vanidades de vuestras familias; pero vosotras, gentes pobres, cuanto os cuesta muchas veces siquiera que os atiendan. No os ha costado en muchas ocasiones hasta el honor, llevar en vuestras delicadas gargantas un mal collar Sí, es cierto, y es por que el alma femenina, de por sí débil y entusiasta por lo que relumbra, es igual en todas las esferas sociales. Tanto la mujer rica, como la mujer pobre, anibas sensitivas, casi siempre llevan una misma historia, los mismos gustos, los mismos entusiasmos, y también hasta los mismos pecados, más o menos.
Siempre he compadecido a una mujer que contempla jovas. Cuántos pensamientos y que diversos, deben pasar por cabecitas repletas de ensueños y quimeras. Esto iba pensando una noche de fines de diciembre, fria y de fuertes vientos, que me paseaba despaciosamente por la Avenida Central, viendo las ventanas de los Grandes Almacenes, cuando mi pensamiento fue interrumpido con los gritos de un niño, que, en brazos de su madre, lloraba, extendiendo los bracitos hacia los cristales de las ventanas como queriendo arañarlos.
Me detuve y contemplé la mujer.
Muy joven era; nial vestida iba, y su semblante demacrado acusaba muchas miserias sufridas, y sus espaldas las encorvaba más el peso de aquel pálido niño, que en aquellos momentos, como desahogando sus miserias, lloraba frente a una ventana repleta de juguetes y en su desesperación por alcanzarlos, afligia más aquella estenuada criatura que asi pagaba tan penosamente su pecado de madre.
Aquel niño, la vista tan delicado, se retorcia queriendo escabullirse de los brazos que lo sujetaban, pidiendo a la vez los juguetes en su estraño lenguaje.
La madre lo calmaba con aquella bondad y ternura que saben llevar esos seres desventurados, en esos monentos de prueba, cuando ofrecen, sabiendo que les es imposible dar a sus hijitos del alma lo que piden En esos instantes. cuanto debe sufrir una madre al no poder complacer en sus caprichos y deseos un hijo! y mientras su alma sufre, y su sér entero se revuelve al ver las injusticias humanas, su semblante, en vez de mostrar la contrariedad la cólera, deja ver un semblante tristemente suave que a veces la hace bella.
El niño seguia llorando, y más cuando ella intentó alejarse; y ese fué un momento mais de desesperación para aquel niño ansioso de coger todo trance los juguetes. Cuál preferiria su infantil deseo? Todos. y aquella madre lauza ba sus palabras halagando al rebelde, sus promesas eran para Mañana, y al pronunciar esa palabra tan llena de esperanzas, sonreía, quizá también engañada con el delicioso Mañana. Mañana. Cuantos pensamientos bellos y cuántas ilusiones trees. Por ti se vive, bendito seas!
Mañanal Qué deliciosa y engañadora palabra! con ella vamos todos los que esperamos, siempre repitiéndoa menta!
mente!
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