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PÁGINAS ILUSTRADAS 3741 Panamá Al ilustre panameño Dr. Pablo Arosemena admiro en ti la virgen intrépida y gentil.
Yo estaba lejos, lejos: mi ardiente fantasia muy grande te soñaba, cuando ante mi surgia, velada por el tiempo, tu dulce aparición; mas jay! a la matrona en ti busco mi mente y me encontré con que eras el miserable cliente que marcha resignado zaga del patron.
Mas, ove: no te engrias: ese brutal coraje es el instinto fosco, malévolo y salvaje con que la bestia hirsuta se lanza al redondel: despedazados ruedan su feroz zarpazo desde el hombre potente, que triunfa por su brazo, hasta la virgen rosa, que tiembla en el verjel.
Ni eras, al sumergirte en aguas de indolencia, el misero que compra su inútil existencia al precio ignominioso de vil pasividad: ah. cuántas veces, cuántas, con su falaz reclamo a lucha fratricida logró lanzarte el amo por un mezquino engendro de torpe libertad Esa es la gloria, oh patria, que el universo admira, cegado por el brillo de la sangrienta pira sobre la cual despunta con bélico ademán: mientras que, como diente de ignotas alimañas, un cáncer silencioso devora sus entrañas, la púrpura del césar sus hombros lucirán.
Sencilla y denodada, pletòrica de brio vió el mundo, sin embargo, en el sangriento lio frisar con lo grandioso tu esfuerzo varonil: yo no amo los combates: su sana me horroriza; pero, al incendio rojo de la remota liza. Qué vale, di, su arreo, si gotas mil de llanto cual fúnebres estrellas resbalan por el manto con que esa maga cubre su séquito de horror; si, en la avalancha de horda Poesia recitada por su autor en la velada dada por el Atenco de Panamá, el 27 de noviembre del año pasado.

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