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3816 PÁGINAS ILUSTRADAS La educación del niño Traducción hecha del francés por Alfaro Cooper para Páginas Ilustradas (Continuación)
Haced que el niño os dé conocer siempre sus primeras sensaciones, sus primeras impresiones, tan duraderas, tan vivas y tan importantes en el curso de la existencia: ellas son la clave que os hará conocer ese espíritu que se abre la vida: es necesario que éste no se cierre por timidez, por miedo por un amor propio excesivo que puede llamarse el pudor de!
alma.
Es preciso que podais observar de cerca esas frescas florescencias, no solamente para dirigir el espíritu del niño, sino también fin de que ellas sean para vosotros una enseñanza y sobre todo, un dulce cambio de alma alma; lazo estrecho que constituye el verdadero parentezco.
Acostumbrad los niños ser dulces indulgentes entre ellos. El gran defecto del hombre es ver siempre el mal en los demás y no observarse sí mismo. La indulgencia y la dulzura son dos grandes virtudes que el espíritu debe adquirir para elevarse.
Si os veis obligados usar de severidad, conservad siempre la calma; después de la reconvención, hecha siempre con suavidad, perdonad y asegurad al niño que él ha realizado algún progreso. Entonces su valor se reanima, y ve la prueba de que puede volver de nuevo al sendero del bien.
El niño recae con frecuencia en sus faltas; pero el hombre no puede ser demasiado severo con él, por incurrir también frecuentemente en las suyas.
Para educar bien un alma, preciso es ante todo dar el ejemplo de las virtudes que se exigen de ella, tener un gran dominio sobre sí mismo, unir la firmeza con el cariño y la ternura con la autoridad. Es necesario que el afecto se haga sentir siempre y que la indulgencia mitigue la insistencia en las observaciones.
Dejad pasar las pequeñas faltas y no tengáis piedad para las grandes, para las que vienen de la dureza del corazón o de algún vicio que no hayáis podido corregir.
Pacientemente, como la gota de agua que perfora la piedra, desarraigad las imperfecciones, guiad las facultades, reanimad el valor, iluminad el espíritu acerca del camino que debe seguir y exigid el trabajo y el progreso en nombre del afecto.
Haced vibrar los corazones, razonad, atraed; sed, en fin, el verdadero

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