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PÁGINAS ILUSTRADAS 3847 Los brazos del amante aprisionaban la graciosa esbelta forma de la pálida doncella. Es tarde ya y debo partir, exclamó éste; mira el largo trecho que la luna ha recorrido: juntos la vimos remontarse tras la cumbre en esta noche bella, la última quizás ya para mí. el tímido aleteo de los suspiros difundióse entre las sombras.
Ven, Fulvia; un beso más. otro. cómo te amo. uno más largo aunt. el último. adiós. adiós. después. la calma infinita de la noche reposando sobre el mundo, una virgen que se queda sollozando, un amante que se aleja solo y triste. la luna como una ave enferma derramaba sus tristezas hechas luz sobre los campos azulosos del espacio.
Por la triste y larga calle que llegaba al camposanto, caminaban los esclavos, silenciosos, lentos, graves, conduciendo la litera en que Fulvia, la enlutada virgen blanca, sollozaba.
Ya las sombras nocturnales comenzaban enlutar el firmamento. Deteneos! ordenó los esclavos el fiel Glauco un anciano servidor de la doncella cuando éstos hubieron alcanzado la entrada del desierto cementerio, Descendiendo suavemente, la litera descansó sobre la tierra.
Un esclavo abrió la portezuela que dió paso la romana y su antiguo servidor Lentamente, la joven y el anciano penetraron en la mística morada de los muertos.
Oh! tan solo aquí mi pobre Silvio. dijo Fulvia suspirando. la luna empezaba remontarse, esparciendo su doliente claridad sobre las tumbas.
Caminando por entre ellas, llegó Fulvia al frente de una, cubierta de jazmines y de rosas Pensativo, el buen anciano Glauco retiróse algunos pasos.
Oh, mi amado! exclamó Fulvia arrodillándose en la dura blanca loza que cerrara para siempre los despojos del que tanto la quisiera. inclinando la cabeza hasta juntarla con las flores derramadas en la tumba.
lloró mucho! el fuego de su llanto fué juntarse con la sangre de las rosas.
Levantando hacia los cielos su faz doliente y bella con lágrimas regada, sus ojos encontraron la pálida figura del griego Apolodoro, junto ella. Meditabas. perdonad si os disturbé, perdonad si he interrumpido la plática amorosa con la sombra de tu Silvio: dejadme hablar breves instantes.

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