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3906 PÁGINAS ILUSTRADAS Bajorrelieves Amor de Ensueño y de Romanticismo, por Federico Uhrbach Versos premiados en los Juegos Florales celebrados por el Ateneo y Círculo de la Habana Como bandada de grullas de un bosque de nisperos de Nagasaki, llegóme no ha mucho, de manos de su autor, ese poema del más exquisito de los poetas de la isla de Marti.
Pongo, de mi naveta de entusiasmos, un poco de mirra en el incensario de estas cortas líneas para aromar a este poeta, porque bien se lo merece, porque hace vibrar, porque es ungido por el Dios de bellas formas y de flechas de Sol.
Abre el poema de ensueño y romanticismo con este lírico arpegio en prosa. Estos versos, que exaltan la epifania, el tránsito y la desolación de un amor tan humano como doliente, y han sido más vividos que soñados, ti, mi dulce esquiva, los dedico; que tu cima los idealiza y tu recuerdo eterno los consagra.
Está el poema dividido en estas partes: Invocación al amor, soneto maravilloso por su estructura y delicadeza; Leyenda la amada, serie de doce sonetos en alejandrinos franceses, y Envio, soneto admirable.
Es Uhrbach rimador que se place, como Benvenuto Cellini, en afiligranar con el cincel de su gusto bizantino, sus camafeos líricos. Cada soneto suyo es un fino mosaico de catedral gótica, una ojiva en donde la luz solar se quiebra en mil colores luminosos, Piensa del amor lo siguiente: Amor, fecundo génesis, perpetua sed de vida próvida y milagrosa fuente de eternidad, bálsamo que restaña toda sangrienta herida, de todo humano abismo celeste claridad.
En el lapislázuli de esos cuatro alejandrinos dijo el poeta toda la grandeza de ese sentimiento que Alfredo de Musset creia fundamento único de la existencia humana. El poeta de Las noches de luna no concebía la vida sin el amor. Leonora, la angelical Leonora de Poe, fué la visión blanca que cruzó por la estancia del visionario lirico la noche sombría en que el fatidico Cuervo le dijo aquel ritornelo espantable. jamás, nunca más. desde la cimera de Palas. Safo, la poetisa de Mitilene, se arrojó desde el promontorio de Leucades por el amor, y por el amor, Leandro atravesaba todas las noches las aguas ondulosas del Helesponto para ir besar la sacerdotisa de Venus en Sestos, la apasionada Hero, hasta que

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