Guardar

PÁGINAS ILUSTRADAS 3907 una noc e tempestuosa una manga de linfa envolvió en sus pliegues al amante y otro día la aurora lo halló flotando sobre las crestas espumosas del cristal azul del estrecho de los Dardanelos: Uhrbach rinde las plantas de su amada esquiva la guirnalda de sus versos.
Salve, amor!
El poeta habanero gusta de pulimentar el verso, de fundir el oro de sus ensueños en el crisol del arte exquisito, del arte sereno y brillante como patena milagrosa; por eso Pichardo, el Conde Kostia, Carricarte, los Carbonell y todos los buenos cultivadores del arte en la isla antillana le y rinden los mirtos de su admiración. Oigámosle: Temo, mi esquiva, temo la humana inconsistencia con sus fragilidades de flor y de cristal, que lo presente infiltra de efimera tendencia y lo pasado exalta de un principio vital.
Tu ausencia otras riberas, la dolorosa ausencia que del llanto la vena transfiguró en raudal, lució de nuestras almas, tal vez, la florescencia del olvido, que aguarda, mezquino y terrenal.
Apenas se oye la punta del buril pasando suavemente sobre la lámina bruñida del verbo, apenas de sus dedos la risada camelia de cristal de sus estrofas puras. Uhrbach, como poeta, es delicado intenso, y guarda la miel de su poesia en el arte nuevo y jugoso.
Que no lo comprenden? Mejor para él; así el populacho estulto no podrà profanar con el lodo de sus juanetes el ara santa del arte suya. Artista que es aclamado por el vulgo, no es artista, ha tiempo que lo dijo Iriarte: Si el necio aplaude, peor. Séneca se contentaba con comprenderse él solo. Me basta un admirador decía yo mismo. Desde que una obra de arte es comprendida por la vulgaridad, deja de ser alta, deja de ser sagrada y unica.
Cuentan que un portero del Museo del Louvre fué sorprendido por el conserje de aquel establecimiento de obras de arte en el acto en que trataba de quitar de su lugar la Venus manca, y como le preguntara el jefe por su proceder, se excusó diciendo que él creia que aquella escultura hacía mal papel en medio del Apolo y la Diana. La ignorancia lo llevó cometer semejante desacato con la obra griega. Para éste el peor castigo fué el perdón Como sé que no cansaría mi lector hablándole de poetas de la talla de Uhrbach, escucha esta otra estrofa: Tú fuiste, golondrina de amor (mi fior de spino. y mientras tus pupilas copien el ancho mar, me llegan en el ala del hálito marino tu voz y tu perfume, trémolo y azahar.

    Notas

    Este documento no posee notas.