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PAGINAS ILUSTRADAS 4095 Historia moderna y antigua Para Páginas Ilustradas, AA. de Lanusa Dulce poeta le llamaba el pueblo, Con delicia sus versos repetía. Lo que repite el pueblo, es poesia, Pues de lo bello suele ser buen juez. Los grandes y letrados le admiraban, Le destrozó la envidia de los necios, Los desengaños tristes y desprecios Fueron del bardo cotidiano pan.
El canto las bellezas de su tierra, Los goces de la vida que soñaba; El hipócrita ruin le despreciaba, El rico le miraba con desden.
Quiso al fin el Gobierno coronarle, Como el mejor cantor de su progreso: Los gastos aprobados ha el Congreso; La Gloria espera al bardo ante su altar.
Al ceñir la simbólica guirnalda, tierra cae desmayado el poeta; La multitud, que se rebuye inquieta Abre paso un solícito doctor.
Éste le pulsa y dice. Solo es hambre, Lo que vencer logró sus energias.
Este pobre no come hace dos dias! de gloria, tal vez, se indigestó.
JUAN GARITA Presbo Amor triste veces Luis:1, que manera de una blanca visión, permanecía de pie, apoyada en el quicio de la puerte cita en donde Roberto la había encantado.
Los pasos del caballo se iban debilitando cada vez más, hasta que por último dejaron de oirse; entonces Luisa volvió a su cuarto, soñando aquella noche los sueños más felices de su vidi. Concluye)
Dos horas habian transcurrido, y sin embargo, les parecía que hacia unos pocos minutos que estaban juntos.
Roberto tenia que regresar inmediatamente, pues debía estar a la una de la mañana en el cuartel.
Por fin se concluía aquel rato agradable, en que, confundidos en una misma alma, habian elevado una y más veces su espíritu al Creador.
Por fin concluía aquel rato de inefable dicha, en que, unidos los dos, habian pe.
dido y rogado Dios, que le fuera bien en los combates, y le permitiera volver bueno y sano aquella dulce mansión, que dentro de poco abandonaria.
Sumidos en un mismo sueño de felicidad los dos lloraro: juntos y se despidieron enmedio de miradas henchidas de tristeza. los dos dias siguientes, partió Roberto con el ejército a los campos de batalla.
Por fin iba a cumplir su sueño tan dorado; conquistar gloria y volver feliz su pa.
tria.
El sonido agudo y triste del clarin se dejó oir en el sombrío silencio del campo de batalla, llamando al combate.
Roberto, después de enviar un beso su adorada madre y su amada Luisa, se lanzó enmedio del fragor de la lucha.
Una clara luna iluminaba el sangriento campo, tumba de tantos hijos queridos y de tantos esposos amados.
Roberto montó caballo y se alejó de aquel lugar bendito, no siu mirar repetidas

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