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PÁGINAS ILUSTRADAS 4097 men, declaró que la herida era mortal y que dentro de pocas horas expiraria.
El pobre muchacho estaba en su tienda de campaña, acompañado únicamente de un fiel amigo que lo asistía.
Nunca la luna habia estado tan clara como aquella noche, cubriendo los campos con un paño blanco, que iba a ser la mortaja de esta víctima de su arrojo.
Roberto comprendió que se acercaba el último momento de su vida; que iba a dejar el mundo, y en él, su querida madre, quien idolatraba, y su adorada Luisa, quien tanto amaba.
Moria lejos, muy lejos de ellas, sin recoger, siquiera, una tierna mirada, un dulce consuelo de aquellos seres queridos, que pudiera apaciguar el dolor de la eterna despedida, para morir tranquilo.
Sentia todavía en sus pálidos labios, resonar los besos que su madre le diera antes de partir los campos de batalla; sentia todavía los besos que su adorada Luisa le diera la noche en que todo le parecia feliz.
en que, embriagados con un mismo amor, habian soñado tantas y tantas cosas imposibles de realizarse! Habian soñado con un porvenir risueño y hermoso, y ahora, todo lo habia destruido una bala traido33. Ah. Cuán triste es morir tan lejos y tan solo en extraña tierra. Pidió tinta y papel para escribir sus últimos pensamientos.
Escribió a Luisa, y le decía. Inolvidable Luisa: Tu pobre Roberto te escribe estas pocas líneas, para enviarte el último adiós.
el adiós del moribundo. Muero en medio de la soledad, teniendo como úni.
cos compañeros, los felices recuerdos de nuestros sueños y el inmenso amor que. ti me une.
Nunca olvides a tu pobre Roberto y ruega por él en tus oraciones. Luisa mia, como último recuerdo, recibe el adiós que desde aquí te envía tu pobre infeliz ROBERTO.
Por el esfuerzo tan grande que había hecho, estando tan débil como estaba, le vino un desvanecimiento que le duró al.
gunos minutos.
Rehabilitado, rogó al asistente que entregara la carta a Luisa Nelva; y otra que iba escribir, su querida madre.
Despues de tomar algunas fuerzas, em.
pezó escribir a su madre en los siguientes términos. Madre querida: Tu hijo, que tanto te ama y nunca te ha olvidado, te envia estas pocas letras desde su lecho de muerte. Madre mia! Tu pobre Roberto va morir; pero muere cumpliendo con su deber.
Ruega Dios por tu hijo y recibe como recuerdo, el último beso que te manda tu amante hijo, ROB. en esto no pudo más. Dos lágrimas sellaron aquella carta y sus labios se abrieron para besarla, pero su mano cayó inerte sosteniendo aún el blanco papel. Estaba muerto. En aquel momento el clarin anunciaba la victoria debida al valor y arrojo del Capitán Roberto Aurnell.
GERARDO FERNÁNDEZ 26 11 1909.

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