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PAGINAS ILUSTRADAS 4129 la y en los anfiteatros, hasta la galeria, por donde quiera lucian las flores, las guirnaldas, las palmas, cuanto de bello de hermoso da esta tierra bendita y privilegiada por la Naturaleza; todo distribuido con exquisito gusto artístico que hacia resaltar las soberbias arquitectónicas de nuestro bello Teatro Nacional. La iluminación era también magistral y llamaba especialmente la atención la gran araña del plafón central que representaba en franjas de luz azul, roja y blanca los colores de la Bandera Nacional.
También era notable un rótulo PAGINAS ILUSTRADAS, en luces blancas, que lucia en el escenario.
la concurrencia comenzó a llegar mo mentos antes de las ocho, y toda se presei de rigurosa etiqueta, de descotado las damas, y de frac los caballeros.
Seria necesario escribir muchas y muchas cuartillas para poder dar siquiera una idea de todas las damas que asistieron, de sus soberbios y encantadores tocados y de lo muy bellas, muy distinguidas y muy discretas que estuvieron y anoche más que nunca porque las fiestas de la poesía son las fiestas en que la mujer es por derecho propio reina y señora.
El señor Presidente de la República se presentó en el Teatro las de la noche y en el momento de aparecer en su palco la banda militar tocó el Himno Nacional, bajo la batuta del Maestro Loots; todo el mundo se puso de pie, tanto por el Himno como para saludar al digno y honrado Presidente cuva laboriosa y levantada gestión en tan alto grado aprecian los costarricenses.
La orquesta se componia de treinta y dos músicos, los mejores y más estudiosos maestros de esta capital, dirigidos por Julio Fonseca, el artista modesto y sencillo que tan noblemente sabe comprender el arte cuyo cultivo dedica la existencia.
Cuando los acordes de la gran marcha se difundieron por los ámbitos del Teatro nos sentimos orgullosos de tener artistas de tan alta cultura musical que sepan interpretar tan bellamente las producciones de los grandes maestros. Un nutridísimo aplauso al cual unimos el nuestro premió a los distinguidos artistas y fué repetido siempre que tocaron, como un estimulo merecido.
La Reina de la fiesta en momentos en que la orquesta tocaba, entró al salón central del brazo del poeta laureado y seguida de las damas de honor a quienes daban el brazo varios caballeros: subieron por una escalinata al escenario entre aplausos nu tridísimos y todos ocuparon sus lugares asi: en el solio, al centro, la Reina, señorita Odillie González, cuyos encantos realzaba mil veces el vestido blanco de exquisito gusto y de irreprochable corte; la derecha estaban las damas de honor señori: tas Virginia Pacheco, Adriana Echeverria, Amelia Quirós y Esperanza Castro; y la izquierda las señoritas Benigna Uribe, Julia Gutiérrez Clemencia Lara; todas las damas estaban bellamente ataviadas de blanco unas y de celeste y rosado las otras. un lado del escetrio estaba la tribuna que ocupaba el Comité integrado por los señores Calderón, Anastasio Alfaro, José León Fernández Fidel Tristán, y ocuparon lugares alli también el mante nedor Licenciado Martin y el poeta Cha.
varria.
El poeta laureado Lisimaco Chavarria, el poeta humilde y sencillo se presentó de frac, el cual vestía por primera vez en su vida y muy su pesar, pues hay en el muchas añoranzas del campo y de la montaña, muchos recuerdos de su origen humilde. del cual él se enorgullece que lo hacen aborrecer el traje de etiqueta.
Estaba pálido, emocionado: miraba al pú.
blico con temor y con zozobra y la augus.
ta solemnidad del acto parecia sobrecojerlo: sin embargo, logró reaccionar y recito unos lindísimos versos asonantados, de dicados a la Reina; ella con noble gesto los escuchó y con gesto más noble aún le dió las gracias; una salva nutridísima de aplausos que parecia interminable se dejó oír, mientras de las galerias descendian multitud de hojas volantes con los versos del poeta vencedor.
Luego el mantenedor, Licenciado don Ernesto Martin, pronunció un discurso que fué una joya del buen decir. Martin es un magnifico orador y como tal se presenta, sereno, altivo, dominando al público: habla elegantemente sin atropellar las

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