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PÁGINAS ILUSTRADAS 4141 lento unido a la más exquisita sensibili dad; la Falcon para quien Meverbeer escribió la Alice del Roberto, y Hálevy la Raquel de su Hebrea; la Miolán Carvalho favorecida por Gounod con su Margarita del Fausto; la Materna, quien Wagner dedica su música extraña y revolucionaria; Victorina Stolz, discipula de Chorón insuperable en la Leonora de la Favorita; la Frezzolini, discipula de Ronconi, que hace de la Lucrecia una creación nueva en que se levanta incomparable altura; la Nilson con sus predilecciones por Mo.
zart; la Jenny Lind, llamada por los ame.
ricanos el Ruiseñor del Norte; la Cruvelli, para quien Verdi escribe la Elena de las Visperas Sicilianas, y muchas otras más, que han merecido la consagración de la gloria, y que no cito en estos momentos por no abusar más de vuestra atención.
Pero séame permitido para completar este ligero bosquejo, evocar el nombre de Adelina Patti, la mimada de los grandes maestros, la soberana de los públicos más intransigentes, disputada por los más regios coliseos, ovacionada frenéticamente cen.
tenares de veces, y a quien desde 1858, cuando aún no habia traspasado el período de la infancia, se la llamaba la Malibrán de 12 años. Esta notable diva, con el talismán de su privilegiada garganta, ha tenido en derredor suyo cuanto ha ambicionado; la admiración, como una esclava solícita siguiéndola a todas partes; el amor, como un león doméstico, sus piés; las flores y coronas formándole palio como una sultana; y el oro en abundancia para vivir como una emperatriz en su encantado retiro, donde llegan todavía los aplausos del mundo, como pájaros deslumbrados por espléndido fanal.
III Estas notabilidades del canto, que ha cen vivir las heroinas de los dramas, son almas extraordinarias que poseen el dón secreto de enseñorearse del auditorio, al que imponen el desahogo de las lágrimas; son ellas las que con sus arranques emocionales, con la sensibilidad extrema de la mujer, que en diferentes trajes, con diver: sas actitudes, pero siempre con maestría, llora y suplica, ríe y se indigna, se apoderan, aunque sea pasajeramente, de la vida de sus oventes embelesados. El mundo más culto y espiritual las ha escuchado siempre con religioso silencio, y deslum brado por ellas se ha olvidado con frecuencia de la gloria del compositor y de la orquesta, y se ha pagado más de los efluvios delicados, que acarician la inte ligencia, y de la gracia insinuante que habla al corazón, que del arte liviano y sensual puesto al servicio de la pornografia, No, el arte bueno y sublime no tiene por qué manchar en el albañal de la lubricidad y de la inverecundia, su veste in maculada. El arte frivolo, arte hecho por via mercantil, es incapaz de conmover el alma humana con las intensas emociones de la belleza; ese arte, que por desgracia se inclina tanto nuestro público, está únicamente destinado a despertar en el vulgo las rebeldías istintivas de la bestia hu.
mana, y halagar la materia con el sacudimiento de las pasiones adormecidas.
Mientras el arte cante los ideales de su siglo y tienda levantar la humanidad, mientras encarne lo que está vedado a las ciencias experimentales, vivirá como el único bálsamo para las almas delicadas y generosas, cruelmente desgarradas en el prosaico sendero de la vida, y vivirá en especial por la mujer y para la mujer, si no como un elemento indispensable de cul tura un medio honesto de ganar la subsistencia, al menos para variar las actitudes del trabajo cotidiano, que son las libertades de la cautiva voluntaria, como dice Michelet.
Tenéis, estimadas discipulas, muchos altos ejemplos que imitar si estudiáis la Historia con criterio sereno y desapasio nado, porque por algo se la ha llamado Maestra de la Humanidad; y debéis al lado de la ciencia, cultivar el arte con todo cariño, porque estáis llamadas presidir la generación de mañana, y una sociedad que no esté formada por mujeres buenas y de verdadero mérito, tiene que ser una sociedad de zafios, sin aspiraciones, sin ideales y sin amor.
Pensamiento. Cuando un hombre de talento lee un libro, le busca las bellezas; cuando lo lee un necio, le busca los defectos.

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