Guardar

41. PÁGINAS ILUSTRADAS ja y colóquese en una cuchara la chorros delgados de esencia. Para sustancia así obtenida. Luego usted observarlos, enciéndase una candela ruega al contradictor se sirva tapar y acérquese ella un pedazo de corla nariz con los dedos y entrar en el cuarto. Cuando ha llegado a la mesa se le suplica además cerrar los ojos, probar la sus tancia contenida en la cuchara y reconocer su na turaleza. Mientras los dedos compri men la nariz, la masticación más completa, el trasporte de la sustancia en todas partes de la boca no suministrarán Cintas de fuego producidas por la combustión de la esencia de naranja, al experimentador el menor indicio teza de naranja mantenido entre el acerca de la sustancia mascada. dedo pulgar y el indice. Doblese y No es probable, sin embargo, que comprimase la corteza con el lado alguna parte de ninguna planta con amarillo frente a la candela. Véase tenga más esencia que el epicarpio la figura adjunta. Cintas de fuego, amarillo de la naranja. Es tal la ri de varios centímetros de largo, salqueza de las células que cualquier dran de la llama. Son producidas por cambio sufrido en su forma cau los chorros de esencia en combustión.
sa su ruptura y la producción de Compasión real Un dia que la joven emperatriz Maria Teresa, que había de ser madre de Maria Antonieta, vagaba por el jardin de su palacio abierto al público, vió en un banco de piedra, perdida entre el follaje, una pobre mujer dormida.
Sin duda había sido vencida por un enervamiento atroz, pues el llanto de un tierno niño que tenia entre sus brazos no bastaba sacarla del sopor en que se hallaba sumida.
La emperatriz, que a la sazón estabą criando al archiduque José, se emociono con el llanto de aquel niño, que tendria próximamente la misma edad que su hijo.
Tomólo en sus brazos, teniendo cuida do de no despertar a la madre, y le dió el pecho, con gran asombro de la ama que le acompañaba llevando al principe imperial.

    Notas

    Este documento no posee notas.