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PAGINAS ILUSTRADAS 4165 Reciba, por dormida. Qué gracioso, ino? Como un me doroso, no cabe dudarse.
dio de apaciguar aquella debacle irguióse en ahora, el buen amigo, nuestro saludo. Dia el escenario un orador de serio continente, llegará en que entonemos en su loa el quien ofreció al público la devolución del himno epitalámico. Pronto dinero. Aplausos. Claro, si lo que precisaba era aquello de que te vean mis ojos, Todavía tengo que referirme un Dorila. Por supuesto, al dia siguiente distinguido colaborador de PÁGINAS ILUS conste que la noche la habían pasado TRADAS, el Profesor de Berlin, Karl von los dos héroes a la sombra, y no sólo de Shwaigel, cuyo trabajo en este número esla noche. al día siguiente era de ver el pero habrá de leerse con el cariño inteapelotamiento de chicos y otros que no rés que despierta este sabio Profesor, quien lo eran, apostados frente a la boleteria, en ha hecho estudios acerca de las artigüedademanda de su circulante. Las caras que des de Costa Rica muy profundos, que por pusieron se las envidiaria una Magdalena, lo mismo nos dan entender que el Sr. von al imponerse del empleo acordado para el Shwaigel parece preocuparse más de nues.
producto de la función: el Asilo de la In tra arqueologia que nosotros, dicho esto fancia. Bendita idea la tuya (la de él se sin intención de referirme al joven y sabio entiende joh, pretenso hipnotista! ConProfesor don Anastasio Alfaro, quien, co.
tribuir de modo tal que los angelitos mo es sabido, ocupa lugar preferente entengan mejor pitanza, más abrigo, mayor tre los arqueólogos de América.
consuelo en su indigencia desvalida. Des.
El dieciocho de noviembre las pués hay jueces que siguen diligencia sumaria efecto de acusarte por estafador!
cuatro de la tarde recibieron sepultura los Que protesten los infantes del Asilo, en sagrados restos del que fué abogado disnombre tuyo, benefactor de los niños.
tinguido de nuestro Foro, don Melchor Cañas. Numerosa concurrencia seguia al Llegó de París el Secretario de la carro fúnebre en su camino a la última Legación de Costa Rica en la capital del morada. Bastantes años habian caido somundo, Carlos Lara. No he tenido aún bre la venerable cabellera del anciano el inmenso placer de estrechar su mano, ilustre. No por eso su muerte fué menos ni es ello un obstáculo para que desde las sentida. Hay existencias cuya extinción columnas de PáGINAS ILUSTADAS, ofrezca produce siempre lágrimas, aun en los ojos al buen amigo mi cariñoso saludo de bien de los que no son familiares del difunto.
venida. Carlos Lari es uno de los jóve Don Melchor Cañas tenía en sus arterias nes más apreciables de nuestra culta so la sangre de aquellos buenos viejos, nues.
ciedad; pruebas tiene dadas de talento y tros abuelos, en que ni un sólo átomo de de estudio, que bastarian por sí solas a maldad ni de incontenidos egoísmos cupo.
captarle las simpatias de sus muchos ami Generación sana y altiva la de aquellos gos; pero a ese don intelectual suma la proceres, quienes bajaron la tumba tal cultura exquisita y el trato afable y cariño vez convencidos de que no dejaban en so que son como el marco en que está sus herederos los dignos representantes de encuadrado su talento. Viene, según pa su fuerte abolengo! No asi don Melchor rece. ofrecer su mano una dama distin Cañas: quienes llevan hoy su glorioso guida de San José. Cuándo se verifique apellido, si pueden ostentarlo con orgullo la boda, no podríamos afirmarlo, pero de y sin temor los parangones de la Histoque serdi un acontecimiento social esplen ria, que nos hace recordar lo que fuimos,

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