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4172 PÁGINAS ILUSTRADAS bol. Por mi parte, el notable hallazgo me produjo una excitación tal que no podia conciliar el sueño. Pensando en los resultados de aquellas investigaciones, me senté sobre la piedra extraña que estaba a la entrada de la caverna Todo al rededor estaba silencioso. En medio de la escasa claridad que daban algunas estrellas, vi venir por entre las rocas calcáreas una mujer. Se acercó a mi. Aquella visita me sorprendió, pero antes de que yo hablara me dijo. Señor, nada tema ni se preocu.
pe por nada. He sabido que usted desenterraba hoy los objetos de este cementerio y he venido para contarle muchas cosas que quizá tengan algún valor para usted.
Mi asombro no tuvo límites, y no sin saber que partido tomar, supliqué a la mujer que hablara.
Soy muy anciana. me dijo no tengo recuerdo de las veces que la luna ha veni.
do y se ha ido. Me llamo Nandavure y rací poco tiempo a1tes de que llegara al mando de la tribu el gran cacique Nicova.
Hlace 386 años, en una mañana muy des pejada entró en el pueblo un gran Se ter, que venia en nombre de otro Señor nás poderoso. EI gran cacique Nicova lo recibió de paz y dos días después ya 110 lo conocíamos, tal liabia sido la transformación de nuestro jefe. Supe que aquel gran Señor se llamaba Gil González Dávila, y que nuestro jefe le había dado muchos y muy valiosos objetos de oro, Un hombre con un vestido muy raro y varios objetos para nosotros desconocidos en una mano nos hablaba en una lengua muy extraña. pesar de lo que nos explicaron, nada pudimos comprender y nos hicimos lla: mar cristianos, sin saber por qué. El catcique Nicoya tuvo muchas dificultades con varios jefes inferiores, y muchos de ellos, ayudados por varias mujeres trajeron aqui una parte de los tesoros, para que no cayeran en manos de aquellas gentes tan extrañas, y que tan raras cosas 110 declan.
De aquellas épocas, sólo yo he quedado, los de más han desaparecido hace mu cho tiempo. Vivo en estas monta ñas, en las rocas de cal, en ins llanuras orillas de los rios, pero nadie me ve ni nadie ha bla conmigo. Després de la muerte del Cacique yo viví por mucho tiempo lejos, muy lejos de aquí. Después regresé. Todo había cambiado. Selvas inmensas se habían desarrollado en los lugares donde teníamos nuestros fiestas, apenas podia reconocer con dificultad algunes sitios favoritos del Cacique. En este lus gar reconoci la piedra donde se celebraba la ceremonia más imponente de una de nuestras fiestas anuales: es esa en que esti listed sentado y recordé también que aqui estaba esterrada una parte de los tesoros del Cacique. Pobre Cacique! Lo recuerdo con tris.
teza. mí me distinguió entre todas sus mujeres. Puso mi nombre a un precioso rio que pasa por Santa Rita, nombre que se ha conservado y donde yo lavaba el maíz para preparar la chicha.
La vieja india quedó en silencio. Toda aquella historia me deslumbraba. Seria aquello posible? Cómo podía un sér lu.

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