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66 Tuxcos FLORALES PAGINAS ILUSTRADy calor.
Hacemos una taza con las manos para beber el vino de las rocas, ese vino que amansa hasta las fieras: venenosas serpientes y leones, que van a refrescar sus bravas bocas, después de recorrer las sementeras, las extensas cañadas y playones. Qué sabrosa es el agua en el camino prolongado y polvoso. Es fresca y rica, al levantar su canto peregrino las frondas de los árboles salpica!
Hermano, no es verdad que en las ciudades abundan las mentiras y los vicios faltan la verdad y las virtudes. Qué diferente allá en las heredades!
ni los grandes, profundos precipicios, amenazan jamás nuestras quietudes. Qué diferencia de aire, de agua, todo, sí, todo en las montañas es más puro: la luz del sol, también los corazones, hay nubes siempre blancas, menos lodo, aquí el humano sentimiento es duro y más negro, tal vez, que los carbones!
El otro dijo Hay almas no raidas por los vicios y engaños que señalas, aquí también, más ellas son muy pocas. Has visto que las frutas ya podridas contagian las demás?
Rotas las galas de la virtud. Callemos nuestras bocas!
Mira el sol, para todos es lo mismo, iguales besos de fulgor envía, como un padre colmado de bondades, los montes, al valle y al abismo, al perfil de la enhiesta serranía, la huerta, al erial y las ciudades; para el buen sol no existen diferencias; del Orbe, del Gran Todo, es la que gira en las astrales eminenci y lo grande y lo misero vigila.
Contempla ese gusano, entre busca luz El sol no nieg la ofrenda de su amor al ser abye ni al alma que torturan las conga madura la simiente, va a la siega y mantiene la vida del insecto; él baja hasta las cárceles obscura alégranse con él los presidiarios y pone su arrebol en las vidrieras por las tardes incendia las altura desde el cenit se asoma los usa y parece animar las calaveras, Calló por un instante.
Un riachuelillo, hilando espumas en su blanca rue apareció festivo por la ruta de aquellos dos felices.
Blondo brillo de sol tenía la hojarasca seca, la fronda verde y la silvestre frut bajaban, bajaban el sendero llenando de buen aire los pulmon era mediados de pasado enero al cubrirse de flor los marañones.
Yo los vi, desceñido el viejo tr los hombros anchos, las mejillas los pies desnudos y venoso el bra eran el alma viva del paisaje, la nota alegre y buena, las lozana vidas del campo fresco.
En el ribazo había paz, aromas de verbena

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