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76 JUEGOS FLORES PAGISAS ILUSTRADAS La esta de su pr de su tido para lona. El capitán, inmóvil en el com Le rechazaría al verle arrastrarse bés, miraba fijamente al Oeste, con el sus pies, dispuesto borrar con su anteojo apoyado en uno de los obensangre tantas infamias? Se atrevería ques. En la proa, de codos en la bor él arrostrar la inirada de desprecio da, un viajero recorría con ojos me de Adela y profanar con su presenditabundos la lejana curva. En qué cia aquella casa que manchó cou su pensaba? Diez meses antes se había adulterio?
alejado por segunda vez de aquellas Percibíase ya con toda claridad el playas que de uu momento otroiban puerto de Limón con sus techos gri surgir ante su vista; diez meses hases y rojizos, sus dimiuutas banderas cía que embriagado por la perfumada y sus muelles semejantes las delgaatmósfera de la Babilonia moderna, das antenas de un insecto: el sol de la había arrancado de su mente el re mañana bronceaba la cabellera de hucuerdo de la tierra donde nació, don mo de los vapores anclados y hacía de amó, de aquel rincóu bendito que resaltar los verdes abanicos de las guardaba las cenizas de sus mayores y palmeras de Piuta y de la vita.
también ay! las de su hijit. Cómo Benditas brisas de la patria que presentarse ahora ante la santa mujer traen consuelos al corazón dolorido!
cuyo corazón había destrozado tan El pobre viajero las aspiraba embelevillanamente? Le perdonaría ella el sado, acariciando con la vista la insulto, la traición y sobre todo el tierra natal, la única que hace desborsilencio, el inconcebíble silencio que darse del pecho la emoción y de los guardó al saber la muerte de Luisito? ojos las lágrimas!
Ahora, libre de la fascinación de la ¿Qué vértigo le había acometido al ciudad maldita al respirar de nuevo dejarla. Cómo había podido vivir las brisas de la patria, pudo compren. tantos meses sin tenerla todas horas der Federico toda la monstruosidad presente en su pensamiento. Qué de su conducta. Por su memoria des infernal obcecación le había hecho filaron como en la cinta de un cinepreferir las fingidas caricias de una matógrafo las escenas de su niñez y cortesana al casto beso de una esposa de su juventud, las imágenes de las enamorada y bella?
personas queridas, el cuadro del hoHabía estado loco, sí, y al recobrar gar venturoso, el bello y moreno rosahora la razón, se despreciaba sí tro de su compañera y aquella cabemismo y se proponía reparar el daño cita rubia que ya no volvería cubrir con una vida de expiación y de terde besos.
nura. Iría hospedarse en un hotel: En el confín del horizonte, hacia el Ernesto se encargaría de preparar la Poniente, surgić de pronto una lí reconciliación. Por qué no habrían nea oscura: poco a poco sus borrosos de brillar nuevamente los días felices contornos se fueron dibujando con de otro tiempo?
más precisión, y por último los azules picos de las montañas costarricenses aparecieron sobre las aguas.
El vapor ancló las nueve. Un ¿Volvería surgir de sus ruinas el tren expreso estaba listo para condudulce hogar tan torpemente destrui. cir los pasajeros hasta la capital: apedo? Encerraría tal tesoro de abne nas el tiempo indispensable para sagación el alma de su esposa que pucar de la aduana el equipaje y prevediese él esperar el olvido de lo pasado? nir con un telegrama Ernesto. Federico no encontró en el puerto nin proyecto guna cara conocida. Mejor.
adúltera El tren llegó de noche a San José por qué bajo una lluvia torrencial, ción estaba desierta: una berlina con Adela dujo Federicoal Hotel Imperial, en marido donde se hospedó con un nombre su Alam puesto. Habría recibido Ernesto su vocable: telegrama? Estaba impaciente por definitiv verle para pedirle noticias de Adela. mismo Dieron las ocho, y no pudiendo do. el Nor minar su ansiedad, resolvió interrogar mañosamente al camarero que le lle sirvió la cena.
tarde de Qué le contó aquel hombre? Conal inexo versó realiente con alguien aquella horrible noche? No era todo una esbellino pantosa pesadilla?
buscar Bajó las escaleras como un loco y vido de se lanzó la calle azotado por el En el viento y por la lluvia: corrió a su casa calle de y la encontró cerrada, oscura y triste turera, le como una tumba: voló la de Ernesto, y un criado confirmó la fatal notiopulento cia.
Regresó al hotel tan anonadado que La mi ni siquiera se le ocurrió quitarse la Federi vida para librarse del dolor y la ver tes de Sa güenza. Oh! los miserables. Ernesto Hacía apenas algunas semanas que donde ha clla había partido para Nueva Ortes de Ca leans, bajo el pretexto según los de una impo cires callejeros de reunirse con el No ha único pariente que le quedaba en el Orleans, mundo, una tía anciana casada con seno dei un comerciante norteamericano; el, había pa para salvar las apariencias, se había ello daba marchado unos días después.
viaje. Todo San José comentaba el escán 110 tuvo dalo, no sin disculpar hasta cierto la evide punto la esposa, que herida en su No!
dignidad, despechada, abandonada casta con cruelinente, había puesto los ojos en el el santua único hombre que solícito, delicado quias de y cariñoso la había colmado de aten. negro vel ciones y consuelos.
No: Recorriendo su cuarto como un ti la villaní.
gre enjaulado, rumiaba Federico mil había im

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