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Picixas JUUSTRAIAS S3 a hijuela paterna; do con los intere.
zan; y el embargo, amocles pendiensu mano sostenía acreedores. Pero edio: cada vez más machinamiento día más pedigüecabello y cayó la sitario nombrado vil tomó posesión estaba de paseo. Grande con la ela se llevó su caZoila se echó al motere de los traZadas de lágrimas a en donde hacía quélla había entraCe su querido cho a había nacido, se maca y había echao canijo. No esabé: el pobre moenizas y de impro do buscarse la vi.
Santa Clara, en nos que tragaba sudando paludistocador de viluela y echador de co des de agua para mojar los moldes; plas De las explicaciones resultó el ella espantaba los chanchos que por mocito ser primo segundo de la hem. comerse las cachasas amenazaban desbra, por parte de madre y que la mo truirlo todo; ella cocinaba, ella lavarenilla había sido sacada de pila por ba, ella molía el maíz y cuando al el mismísimo padrino quien Aurelia final de un día de molita, iba a desno rezaba el Bendito.
cansar sus huesos y su pellejo, servíaA pelo quemado cosa parecida le le de cama un camastro de varillas olieron los parentezcos de consangui con un cuero seco por toda estera y nidad y espiritual al taimado viejo y un coba andrajoso por toda cobija!
como a él nadie se le enredaba entre Aclarando el día montaban Julián las patas, al rayar la luna voló con su y la muchacha llevancio a la zaga una presa y ya el sol principiaba asarles yegüilla canija con los zurrones replela cara cuando se apearon sestear tos de dulce y prano arribaban en los Mances Lo que el viejo decía San José en don e puesto del la chiquilla, con bartos ademanes y mercado, ext rc. la venta: él regavisajes: teando con les marchantes, ella epmo Mirá, si no me cuelga el güecho! chilando los reales y dando los sucitos.
y se pasaba el filo de la ceniza manota raíz del robusto pescuezo. Pero de onde saca murmuraba Engracia.
Ese sábado parecióle no: Julián Calláte, pava!
haber visto entre el gentío que se LO otra, ensebate vos y q: ese fantisioso apiñaba por las ventas del maíz, Aureliano disimulándose tras la carse encomiende a las Animas. besaba con chapoteo de sus carnudas pa de una brucha, con la mirada clavada en María Engracia, quien se getas las cruces que en diestra y sihacia la tonta, por sí por no, niestra manos ostentaba.
echó ésta un soberano viajaso que ella recibió con estudiada paciencia abriendo desmesuradamente los neCuatro cañas medio enguarapadas gros ojazos, como admirada ante ta.
molía ior Julián en el desvencijado mana injusticia.
trapiche: María Engracia espumaba Sofocante era el calor; ei vaho nau.
con el pascón de guacal la hirviente seabundo del rebaño humano cosqui.
paila y ambos, con el auxilio de un lleaba en las narices y apretaba las peoncillo, sacaban la tarea de olorosas gargantas. Eran ya las dos de la tartapas que la vieja alcahueta iba en de y el cielo caliginoso se cubría de volviendo en atarlos con hojas secas pesados nubartones asfixiantes; Mayo de caña y plátano. Poco le había lu. no soltaba sus refrescantes aguaceros cido su tercería la infame harpía: mal y los vientos alisios se habían despecomida, mal vestida y peor tratada dido de la tierra tostada por el sol.
por ambos, era la bestia de carga de Gruesas gotas de sudor rodaban por la pareja: ella aguijaba la desmedrada la mofletuda cara del dulucro y einpayunta que movía las pesadas masas del paban el broncíneo pecho, pegando el apiche; ella atendía al hacinamiento escapulario mugroso al pellejo enne.
bagazo, ella arrastraba penosa grecido.
inte los pesados troncos con que Nada más natural que la ocurrencia izaba la hornilla; ella acarreaba bal de María Engracia: ia Micaela dejaba el canal, pero JuO gato brato con a con el descuido ere porque no son hubo amagos de án, siempre celoso rmento, notó que miraba con ma. mandador de cio, mozo apu tador y runbe

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