Guardar

S4 JUEGOS FLORALES PAGINAX TS. USTR que. Voy a ir corriendito La Viole pero es buen tała: Dios lo lleve con ta, beberme un fresco. Quiere que bien y le alicnte al muchacho!
le traiga una kola? la Botica de la Violata había di. Pero es pochese pronto pa que alre cho Engracia que iba tomar el remos, contestó Julián. ella se fué fresco: para alla corrió Julián; no iba llevándose entre el seno la mochila de buscar médico ni medicinas para su la venta.
hijo moribundo, iba ver qué se había hecho María Engracia. Excelente tata!
Narlie le dió allí informe alguno sa.
Angustiábase el viejo con la tardantisfactorio; ciego de coraje y espoleado za de María Engracia; media hora larpor los celos voló al corrai en donde ga había pasado y la morenilla no pa amarraba las bestias; sólo la yeguilla recía.
canija estaba allí, los dos caballos ha. Cómo está, rompadre? dijo al bían desaparecido; las anhelosas acongojado dulcero un viejo humilde preguntas le Julián, la vieja que pery pobrísimamente vestido de mirar cibía el peaje contestó con esta terrifranco y cariñoso, surcada la cara de y ble bofetada: arrugas y te miserias. Si hace tamaño rato que ella mis Ai vamos, nor Rivera. y usté?
ma vino y se fué con Aureliano Me Como Dios quiere. Cuénteme, lénde y dijeron riéndose que usté pa.
cómo sigue mi ahijao Bernabé, es gaba el sesteo!
verdá que está en el Hospital con fieY Julián, tras una horrible blasfebre de la linca?
mia, echó correr como un loco, por Julián nada sabía de la triste suerte el Paso de la Vara, camino del río de su hijo, pero un resto de rubor hi Torres.
zole mentir ante la inesperada pre Se acercaba la media noche, la luna gunta y la mirada inquisidora del bregaba por asomar su cuerno mencompadre, y respondió un tanto tur guante por las rendijas de los negros bado: nubarrones que aquel día de horno Pos ya vé. regular. Co había amontonado en el cielo; el esmo yo estoy desapartao y la madre trecho valle del Lasarelo Vicjo bosconcertada. el prefirió que lo lleva tezaba entre los altos acantilados del ran al Hospital. pero yo voy Virilla, embozado en espesa capa de verlo cada vez que bajo. No es niebla; los cafetales yacían solemnefiebre de la mala, son cuartanas que mente silenciosos y al pié de los cuajicon hoja de guarro y con solfate. niguiles y los plátanos de hojas despe ¿Y cómo me acaba de decir co dazadas por los vientos del pasado madre Miguela, allí en las ventas de Abril, los grillos coreaban con sus hela ropa, que esta mañana lo vido y rrumbradas dulzainas; una que otra que estaba ya sin sentio. candelilla encendía su cirio funerario. Sólo que se haiga empiorao; voy en la margen de la acequia alumbranorita mesmo verlo. Quiere tenerme do el de profundis que entonaban los la venta un ratico mantres voy? El sapos y allá en la loma se estrellaban atao es cuarenta y la tamuga seis los ecos del medroso ladrido de los reales. No me tardo, lamburos atosigados por la sarna. Julián salió desalado, haciendo En una de las piesas de la hacienexclamar al compadre: da de Las Animas, dormían entrela Lo que es el será mal marido, zados, hartos de tragos y de voluptuo.
sos deseos, fatigados por la bestial su orgia, Aureliano y María Engracia. tara Un cabillo de vela de sebo chisporroteaba próximo hundirse entre la bo. ama tella que le servía de candelero. El débil cerrojo de la puerta cedió la, al einpuje vigoroso de Julián y, antes con que Aureliano pudiera defenderse, gure una tremenda puñalada le dividia la carótida izquierda; brotó la sangre en Jue espumoso chorro y una voz de angus. el a tia infinita hendió siniestramente los aires en el silencio de la noche, voi. viendo el pesado cuerpo a desgajarse bía entre la cuja. María Engracia, a quien tand el terror prestó alas, saltó por encima de del agonizante y se lanzó dando a lari enly dos por entre el cafetal.
bez cudieron los peones de la hicien he da con rcaleras y linternas y lograron sud desarmar al asesino que seguía apuñacolo leando su víctiina con sana fiera, Alc lanzando imprecaciones espeluznantes VOZ y carcajadas aterradoras, di6l enti dio Amarrado a la cola del caballo del nud Tuez de Paz de La Urucu y rodeado de de una fuerte escolta de mocetones bien armados, hizo su entrada estat jáno ciudad el reo, en la inañana del do mingo; cerraba la comitiva la impro con visada camilla de tijereta en la que el cadáver de Aureliano era transpor habi tado. Ya en las cercanías de la cárcel, perc dos mujercillas agarradas furiosamen van te de los moños, se revolcaban en el indi hediondo caño, cubriéndose de arañazos y de «lenuestos; la Cinco Felos, enclenque y desmedrada, llevaba la peor parte; uno de los de la guardia, que la conocía, acudió presuroso en visit

    Notas

    Este documento no posee notas.