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13N IL les ofrece buenas condiciones de sueldo alimentación; al considerar la escascz de indispensable clemento hu.
ino, y las grandes calamidades con que los infelices peoncs tropiezan, no puede por menos de explicarse uno, y hasta justificar el retraso. El Serior Knowlton es un ingeniero acostumbra.
do trabajar en inedios propicios para sus facnas, en cuanto hallar siempre trabajadores y cn número suficiente para no retrasar; y hasta por lo que se refiere a la benignidad de los climas. Halagado por la creencia de que iba a encontrar aquí idénticas, o por lo menos parecidas condiciones, el fijó un termino relativamente corto para dar hccino el trabajo; y firmó el contrato por cuyo cumplimiento claman voces casi diariamente los periódicos. Yo, la verdad, no le arriendo la ganancia al señor Knowlion. Conste; no le conozco ni de vista, tampoco obran en mi poder informes acerca de su mayor o menor actividad. Ah! pero he visitado aquelias zonas y esto basta y sobra para com.
prender la sinrazón de las razones alegadas por la Prensa. Ahi quisiera yo Ver esos señores de la pluma, doplados sobre la dura tierra y con obligacion de hacer las ocho largas horas diarias y ganando el exiguo jornal de aquellas gentes, siquiera fuese por tanteo! La cruzada de El Barón, quc bieu puede serilamida Ei Varón, o del mismo mo.
do litimo, pero sin mayúscula, porque so ignora el verdadero origen de la pa1: bra, economizonos, al decir de nues.
tro guia, poco más de media hora de camino.
Faltandonos como diez minutos para llegar Esparta, impresionó nuestros uinpanos el agudo pitazo de una sirena de vapor. Creimos seria la llamada del tren, y balagados por la idea de salir esa misma tarde part el puerto, apuramos las bestias. Nos sacó de tales entusiasnos el mozo, al advertirnos que se trataba de los caballitos, que en las fiestas de Esparta acian su agosto.
Esparta estaba en fiestas populares.
Ya lo habiamos visto anunciado en las periódicos. Algunos entusiasmo el pens Sapiento de contos. She vemente, confundidos con la multitud heterogénea cuyos eran los gritos de alegria que se adelantaron recibirnos, cuando llegabamos a las puertas de antigua ciudad española.
Por en medio de una turbamulta ve curiosos y borrachos atravesaron nues.
tras bestias hasta dar con el primer ho.
tel que se ofreció nuestras pobres :manidades. Vienen ahora los detulles del confort de dicho bolel, de su comi.
da, etc. etc. cuya lectura ahorro en gracia la benevolencia de los lectores En la noche, mientras sentados en: sabrosos sillones, descasabamos las molidas carnes, principio una agradable conversación entre los que llegábamos de San José y una apreciable familia que venia hacia ací, después de corta temporada en Puntarenas. Dichosos ustedes! exclamab:1: con desconsuelo dos encantadoras se.
noritas. De buena gan nos volve ríamos!
Lo cual significa, répusc yo, que traen impresiones muy gratas, y quieren ustedes renovar esas alegrias, las que, dicho sea de paso, veo impresas en sus semblantes, mis dulces amigas. All, si. Fueron quince dias incomparables. después de unos cuancos suspiros pensar en San José. Verdad que aquello está horrible?
Un cementerio de vivos, señoritas.
Para destierro ne parece que estaría de perlas Que borror. todavia la banda está en caciones. No; precisamente la vispera de e nirnos hubo la primera retreta. Mas, a pueden ustedes figurarse qué retreta: Entre policías, miliares y criadas for: 111 aron el pablico. Yo tuve que retirar.
me, antes de que me diese por recitar, si no voz en cuello, en tono elegiacs pero fuerte, los versos aquellos que principian:. Estos, Fabio, av dolor.
La evocació: puso en los semblantes 13 doloroso gesto, que me vi obligado suspender el curso de ella.
Otras cuantas exclamaciones de in Dinas. y. como en el tema de cal. la bandit Jeluararanas preus

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