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PAGINAS ILUSTRADAS En la nave de la muerte Manuela Sáen3 Rafael Rodriguez Salas, capa de comprender la gius.
deza de aquelli alma en flor.
El tosigo mortal troncho la vida de aquel querube para amar nacido; fué estrofa de pasión su despedida en medio del pesor y su gemido.
En aras del amor diez y ocho abriles puso la virgen y buscó la muerte; fué lirio juvenil de mis pensiles, por ello es justo lamentar su suerte.
La sombra se detuvo en sus pestañas. era su rostro de mujer hebreale dieron su frescuri nis montañas gracia de nereida, Galatea.
Sus labios eran dulces y eran tersos.
negros sus ojos y donoso el talle: ella vào el campo que inspiro mis versos y fué una reina de mi fresco valle.
Filla vid el carmen que mi madre riega cuando la tarde se adereza de oro, y vio el naranjo en flor a donde llega la orquesta de aves trinar en coro; Yel cerro airoso donde el sol recuesta su faz de luz y cabellera blonda, vió el arco iris que esmalto la cresta de la colina que visto la frondu; aquellas tardes de rosada veste que animan nuestros fuertes labradores; ella fué al barrio, hasta el paraje agreste, por sólo un ramo de silvestres flores.
Oro bajo el silencio de la crmita junto a la Virgen del rosado Niño: quiza en secreto le contó la cuita de su pesar y le imploro cariño.
Fué buena cual ninguna. Dios lo sabe!
Ella amó con pasión no comprendida.
Un mal extraño lc formo la nave en que hizo hacia la muerte su partida.
Huyó la niña de brillantes galas sobre del ponto de calladas olas; abiertas a la luz lleva las alas, tal se abren, bajo el alba, las corolas.
Mi ardieute lira la troqué en salterio y el canto alegre estrofas funerarias mi musa llevar: a su cementerio mi antifona, ciprés y pasionarias: alla sobre su cruz, que nada alegra, cuando caiga la tarde en agonia.
será la noche como el are negra que posóse en la tumba de Nuria.
LISIMACO CHAVARRIA

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