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PAGINAS ILUSTRADAS rrera, Morando, buscarnos va abruzar.
nos. una hija adoptivil, que regresaba de visitar a sus amigas, ei vaivén la recha zo en el momento de entrar la puerta de mi casa, y cayó fuera de la acera; intento Jevantarse, pero la trepidación la hizo rodar hasta la mitad de la calle, sin que la alcanzacen los escombras, que saltaron simultaneamente bacia afuera. Adem. is, se habia salvado dentro de mi casa la coci nera, y en la calle un pegrito sirviente, quien encontre sano y alegre al siguiente diat, inspeccionando ruinas, sin preocuparse por nada.
Repuesto un poco de la primera impre sión, por de pronto vo na pensé en terre moto, pues se me figuro, por el inaudito Tuido, y por la repentina claridad que babir percibido, que en mi casa debía haber crido un rayo y que en ninguna otra ha bia desgracias que lamentar. Sugestionado por esta errónea idea y apenas disipada un poco la sofocante nube de polvo, me encaminha casi tientas con los mies hacia la estación del ferrocarril, cuando vi hacia el lado Norte abrirse la oscuridad, como en ut surco de luz rojiza y cerrarse inmediatamente. Cruzaba en esos momen tas, como de NE. SO. un bolido, que li 20 pensar a algunos en una erupción del Irazu o del Turrialba, y. otros, en algun fenómeno atmosferica producido por la aproximación a la Tierra del tenido comeia de Halley. Este meteora fué visto de casi todas las poblaciones de la meseta central, y por las aseveraciones de personas fidedignas, se crec que cayó en el gol.
fa de Nicova, frente livives.
Apenas se instalo de nuevo la familia en su albergue rodante, comenzaron a llegar en tropel gentes de todas edades y condi.
ciones, que huinn horrorizadas, gritando desesperadamente, implorando misericordia, pidiendo auxilio y proclamando voz en cuello los siniestros personales de que cada cual tenia conocimiento en su vecindad.
Las mujeres, en su mayor parte accidentadas, pedian agua y no se conseguir. Hu.
bimos de competir nuestro alojamiento y unas escasas provisiones que se habian lle vodo ali durante el dia, con mais de diez personas extrañas que buscaban refugio.
pues la lluvia comenzara o desatarse so.
bre la muerta ciudad como un copioso llapio de la naturaleza después de su obm exterminatora.
douella espantosa lobregnez en que no se descubria una luz en el suelo, nima es.
trella en la alion, crispalva los nervioshassa de las personas mas serenas equilibra das. Al clamor humano, que era un alari do desgarrador por toda la ciudad y sus contornos, se unian los jullidos de los peITOS, que corrien de scir de allá en bus.
en de sus amos cl grazuido de las aves que revolotcaban enloquecidas: el estruen.
do de los pesados Muros y armazones que seguían derrumbandose poco a poco.
pues la tierra prosiguid temblando fuerto cada rato, durante toda la noche y el dia siguiente, como si estuviera atacada de un escalofrio nervioso; As voces de alarma de la policia para evitar que los transeuntes se coredasen en los alambres de la luz.
caides al suclo con todo postes.
La Tuvia, si bien apagó el polvo, hizo mis penoso el trabajo de salvamento y agravo el lamentable estado en que que daban las destruidas vabandonadas habi taciones con todo el mueblaje y comes tibles.
Cada cual se dedicó desde el primer momento auxiliar sus deudos o allega dos, y crire la oscuridad los grupos se cruzaban poseidos de noa ansiedad indescriptible en el paroxismo de la desesperite ción. El trajin bumano. semejaba el des ordea de una colmena, cuando se le derrila de un hachazo el árbol que la sustenta las autoridades. 05 su turdimiento, no hallaban que erdenes dar, ni quien las cumpliese como se debia en aquellos mia.
mentos. Los telégrafos y telciones que daron ratas y abandonados, nada se zo para restablecer la interrumpida com wicación, de modo que el Gobierno y el resto del pais, no supieron sino sastante tarde la desgracia, primero por on español que llego de Cartago comunicar 12 to.
ticia al señor Preside: te de la República, y luego por un mensaje del Licio. don Luis Anderson. puesto desde Tres Rios al Primer Magistrado Poco más tarde sa supe la priste muerte de multitud de amigos y conocidos, de bastantes sirvientas en los que per manecian aterrados pues no habia brazos suficientes ti herramientas, ni siquiera luz para orientarse en quella contasion de Tuinas. Cerstenares de feridos, de quebrados y coutusos eran sacados a la mitita de la calle, ali se dejaban nientras se cudia al socorro de otros más necesitados.
Como la cañeria se habia roloch varias

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