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6 PÁGINAS ILUSTRDAS PAGINAS ILU Resonancias del terruño.
Por Ramón Quesada. ri Ultimos dias de Cartago CI Continuación e: lc XI es P: bc do tic 112 ra со tie sil la car mi regreso del cementerio comence observar la mitad occidental de la ciudad, que tan azotada habia sido por la inundación del Reventado en 1891, y me Ilamó mucho la atención encontrar hacia ese lado mayor número de casas en pie, que por otras partes de la ciudad, como el hecho de que la mortalidad hubiese sido all insignificante coniparada con la que hubo por Los Angeles y parte sudeste, donde los muertos y contusos se contaban por centenares, por más que después de la dispersión de la ciudad 10 se bava podido hacer sino un recuento muy deficien.
te de las víctimas, debido multitud de circunstancias de todos conocidas.
Sc me dijo que por El Caracol, hacia el pie del certo de la Lima, la destrucción de casas habia sido poca, como en el ca.
serio de San Blas, entre la Cruz de Caravaca San Rafael, y es de suponer que en esos lugares el subsuelo sea más firme que en el resto de la llanura.
Varios fotógrafos y corresponsales de periódicos con actividad plausible reco.
gian datos y sorprendían cuadros terrori.
ficos para su información. El trabajo prin.
cipal era encontrar asuntos sensaciona les sino seleccionar de entre los muchos que se presentaban la vez, aquellos mas interesantes.
En todas las calles y solares estaban amontonados los cofres, roperos, camas, sillas y cuantos objetos se había podido sacar de las ruinas y en los fogones pues.
tos al aire libre las cocineras preparaban las escasas comidas de que se podía disponer. De la capital liabia liegado un re.
fuerzo de policia de orden y seguridad que se encargó también de muchos trabajos de salvamento, pues la policia de Cartago, estaba casi en su totalidad cansada y va no podia hacer más de lo que habia hecho.
Hubo la buena itica de aprovechar el galerón central del Mercado para instalar la intendencia que bajo la experta direc.
ción de don Federico Mora, hombre sere no, energico y complaciente a la vez, presto usiksimos servicios, que no podrán olvidar jam. is los sobrevivientes de la des.
dichada ciudad, como tampoco podrán olvidar las manifestaciones de simpatia y de confraternidad de todos los visitantes, asi nacionales como extranjeros, que no sólo distribuyeron entre los vecesitados abrigos y comestibles. sino que ofrecieron sus casas. sus haciendas y sus recursos personales para alojar lejos del teatro de la monstruosa hecatombe ii las familias desamparadas, entre las cuales había bas.
tantes, que la vispera Fabian tenido hoigu83, comodidad, lujo y abundancia en sus casas, y sin embargo se veían compelidas aceptar los donativos de la caridad. Que vida!
Muchas personas todavía no habían podido ser hulladas por sus deudos se suponia que estuviesen at rradas, pero no era fácil averiguar en que departamento de sus respectivas habitaciones pudo ha.
herles sorprendido aquel espantoso sacudimiento, que no dio tiempo de huir ni de alrazar a los seres mis amados para darles la postrera despedida. Hijos que buscaban su madre, madres que buscaban sus hijos, la viudez y la orfandad, el desamparo y la miseria, he ahi las escenas que cada paso contristaban el alma fasta de los individuos menos impresionables, La noticia de que todas las poblaciones del país. profundamente conmovidas por 12 terrible destrucción de la metropoli co.
lonial, rivalizaban por ofrecer su protección los cartagineses, fue como un bil.
samo restaurador para muchos séres atribulados, que no sabian donde dirigirse para no presenciar más tanta desolación y tarito estrago.
Don Manuel de Jesús Jiménez, encarga.
del servicio de emigración, comenzó disponer todo lo conducente para enviar fainilias otras partes. En esa tarea le ayudaba don Zacarias García, que se ocupaba en dar los billetes de ferrocarril las personas que los solicitaban. La estación y sus alrededores se encontraban lle.
nos de equipsies y cada cual queria salir por el primer tren que estuviera listo: pero habia que darle preferencia a los heridos, los cuales eran enviados al Hospital de San Juan de Dios y al Edificio Metálico de San José La empresa del Ferrocarril presto im.
portantes servicios en el acarreo de trabajadores y de contestibles y en el transporve de los damnificados otros lugares más tranquilos del pais. Como at caer la torre del Carmen sobre la linea frente al Hotel Siglo XX, interrumpió el trinsito de los trenes, la Compañia puso una cua.
drilla de peones que no cesó de trabajar durante toda la noche del tendiendo una linea de rieles provisional. mientras se podia despedazar el gran bloque de calicanto que estaba atravesado en mitad de la via, y que había hundido el suelo casi un metro. Todos los otros desperfec.
tos de la linea fueron arreglados con prontirad.
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