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PAGINAS ILUSTRADAS 19 id 1ITia el ar EC11 USIa postrera despedida. Hijos que buscaban su madre, madres que buscaban a sus hijos, la viudez y la orfandad, el desansparo y la miseria, he ahi las escenas que cada paso contristaban el alma hasta de los individuos nenos inpresionables.
La noticia de que todas las poblaciones del pais, profundamente conmovidas por la terrible destrucción de la metropoli co.
lonial, rivalizaban por ofrecer su protección a los cartagineses, fue como un balsamo restaurador para muchos seres atri.
bulados, que no sabian donde dirigirse para no presenciar mis tanta desolación y tanto estrago.
Don Manuel de Jesús Jiménez, encargado del servicio de emigración, comenzó a disponer todo lo conducente para enviar familias otras partes. En esa tarea le avudaba don Zacarias Garcia, que se ocu.
paba en dar los billetes de ferrocarril. las personas que los solicitaban. La esta.
ción y sus alrededores se encontraban lle.
nos de equipajes y cada cual queria salir por el primer tren que estuviera listo; pero habia que darle preferencia a los heridos, los cuales eran enviados al Hospital de San Juan de Dios y al Edificio Metálico de San José.
La empresa del Ferrocarril prestó im.
portantes servicios en el acarreo de trabajadores y de comestibles y en el transporte de los damnificados. otros lugares más tranquilos del país. Como al caer la torre del Carmen sobre la linea, frente al Hotel Siglo XX, interrumpió el tránsito de los trenes, la Compañia puso una cua.
drilla de peones que no cesó de trabajar durante toda la noche del tendiendo una linea de rieles provisional, mientras se podia despedazar el gran bloquc de calicanto que estaba atravesado en mitad de la via, y que había hundido el suelo casi un metro. Todos los otros desperfectos de la linea facron arreglados con prontitud.
an El corrco y telégrafo, instalados en carros de carga frente a la bodega del Fe.
ITocarril, escalan materialmente abrunados de trabajo: de todas partes llovian centenares de telegramas y de cartas, que.
en su mayor parte, no llegaron a manos de los destinatarios, pues no era posible que en aquella Babel, hubiese mensajeros capaces de encontrar a las personas que se buscaban: todos habian cambiado de resi dencia y no se sabia bajo qué rancho tienda de campaña estaba cada cual Hacia el anochecer se encontro algunas personas nuertas de inacción, seguramente, pues no presentaban heridas ni contusiones de ningún género. Los en.
tierros de estos desgraciados pasaban en silencio, apenas alumbrados por una ma1a linterna.
Ya por la tarde había llegado una gran, cantidad de incdicinas, que se repartian gratis a todos los que las solicitaban en el kiosko central. Al día siguiente, esto es el 6, la Botica Francesa habin enviado un carro de medicamentos. vendas, hilas, biberones para niños, etc. al cuidado de em.
pleados propios de la casa, entre los cuales tuve el gusto de ver si los estimables jóvenes Licenciado dor Indalecio Siersz Pacheco y don Tito Chaverri, que con el mayor orders, esmero y solicitud distribuian entre los necesitados las drogas que pedian.
Cuando oscureció. mucha gente del centro y de los alrededores había abandonado la ciudad y se había marchado para San José para diferentes lugares de la 20na atlitica. Lo mismo hicieron casi todos los visitantes, porque no habia don.
de pernoctar ni que comer, pues los viveres que habían llegado, no bastaban para alimentar una gran población que sentia los crujidos del hambre.
La mayor necesidad indudablemente estaba en el Paraiso y en los barrios de Cartago, pues hasta allí no llegaron los es, по OS On iOS de ias asSUS das tue pose no into hacudc les

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