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PAGINAS ILUSTRADAS La mujer en la cultura de los pueblos La mujer, en primer término, es el factor más poderoso de la cultura general. Cómo. de dos maneras en apariencia diferentes, pero perfectamente concomitantes.
Es la primera: por razón del medio ambiente que diluye en las almas los elementos y las influencias predomi.
nantes.
Estudiando el asunto por este aspec.
to, tengo que aludir a la centuria décima octava en la ubérrima nación de Francia.
Ningún ciclo en país alguno siente más y mejor y con mejores resultados para el Arte el deleitable influjo de la mujer, que aquel gran ciclo.
Desde luego, trátase de la mujer refinada, sentimental sin histerismos, de la mujer espontáneamente nerviosa, que padece sin fingimientos la morbifezu alucinante y cruel. estos lindos modelos de gracia y compostura, ha debido aplicarse pensando en sus curiosos peinados, en aquellas adorables cabezas donde la sensación de mirra ámbar rie entre la sutileza de los polvos odorables la enigmática, aunque un tanto dura alusión de Mallarmé: son cascos perfumados.
Mezclábase ciertamente esa mujer en los enredos y secretos del Estado: dominaban al Monarca en pro de sus intrigas, la duquesa de Chateauroux, grácil y sensual; la Dubarry, engendro de cortesana y gata, y la soberana Pompadour. Con todo, deshilando de la tela la hebra que desluce, impónese el reconocer al propio tiempo, conforme escribe otra mujer ilustre la señora Pardo Bazán. que en la historia de esas galantes épocas no resuena chocar de armas como en las de Herodoto y Jenofonte, sino crujir de tornasolada seda y de varillas de abanico, murmurio de madrigales, risitas, chillidos; el jay! de las melancolías de la pobre Pompadour, que no sabía cómo entretener y quitar la murria al bien amado, ahito de la miel del deleite.
La segunda manera de que dispone la mujer para actuar en bien del inte lectualismo, tiene íntima agnación con un hecho biológico reconocido y vulgarizado por el rudo Shopenhauer, el sombrío filósofo determinista. Shopenhauer lo explica en la siguiente justa y consoladora fórmula: La liquidación del hombre inferior (comerciantes, banqueros, clubmen, sportmen, etc. por el predominio del hombre intelectual, esto es, la regularización absoluta de todas las esferas sociales, se conseguirá el día en que, únicamente se unan las mujeres bellas, sanas y virtuosas con los hombres superiores.
Para el taciturno metafisico alemán no existe el derecho, tal vez ni la nece.
sidad, en el sér desprovisto de salientes facultades mentales, de aproximarse la hembra humana y celebrar con ella la Nochebuena de las nupcias amo.
roisas. ciertamente, parece natural, que ojos negros que llaman al incendio cual lumbres atrayentes, sean para labios que habrán de posarse castamente sobre sus pestañas sedeñas; que albas conchas rosicler donde brilla solemne la armonía de un berilo o de una pura agua Golconda, sientan el goce singular de bocas que saben entonar tibia y sabiamente el allegro maestoso de la vida; y que manos blancas, aprisionadas por turquesas y rubíes, se destinen para calmar con la embriagante caricia las fiebres que consumen las frentes pensadoras, Por el otro lado, parece asimismo natural, que una lisonja de cualquier anónimo de la mayoria inconsulta irresponsable, le venga una mujer, si es de las que se postran ante el altar de la Diosa que reparte laureles, como un seco golpe de un látigo sobre el raso plumón de una dormida tórtola.
Grande y nebuloso Sohopenhauer. tu fórmula es una parábola de la biblia moderna del entendimiento; y yo, siguiendo tus ensueños, me quedo con una li dio, o tes qu dor de glorse danza Bostol tiestét ra de Arri cipe Abo nicarag rretoQuijos encant por de conglo nismo as con bil ceptu vies den Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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