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TO PÁGINAS ILUSTRADAS Crónicas de Hamburgo En el Cementerio Yo he leido en alguna parte que la delicadeza de un pueblo y su grado de cultura se reconocen en su manera de adornar las tumbas. Dónde lo lett No lo El juicio es exacto: Me parece que siendo esto así, Hamburgo. vo os lo aseguro, puede colocarse la cabeza de los pueblos más cultos, porque sus cementerios son jardines, son verdaderos paraisos, donde la primavera florece todo el año.
sé.
si.
Era el día de Difuntos. y encamine mis pasos al cementerio católico. Me The equivocadol pensé al entrar. Ante mis ojos extendíase un vasto jardin semibrado de rosas. Reconoci, no obstante, el sagrado lugar donde me hallaba al des.
cubrir aqui y allá, escondidas entre maci zos de flores, las blancas losas de las sepulturas, Por eso no hay nada más riente, más apacible, que un cementerio alemán. Estas gentes no tienen miedo a la muerte, por que son lo suficiente instruidas para no temer lo inevitable. Por eso procuran prolongarse la vida y hacerla lo más amena y agradable posible.
No. Este cementerio no es tétrico ni lúgubre. No tiene ni siquiera ese tinte melancólico que dan los altos cipreces, los llorones sauces y la tierra pelnda nuestros tristes camposantos. Aquí to.
do es risueño. Oh! Los muertos deben descansar alegremente en estos cemente.
rios alemanes Flores por todas partes, pero flores de todos los matices, en profusión enorme.
Flores en la pelouse de las praderas, flores en los bosquecillos, flores en jarrones, en macizo, en los bordes de las tumbas.
Las flores parece que brotan espontáneas de esta tierra sagrada, que fertilizan los huesos de los muertos.
Si: en este jardin esplendido, en este apacible refugio, nada, al llegar la noche, viene a turbar las sombras de los que can: tan Heine en su balada. Aquí, a la luz de la luna, reúnense en alegre camaradería los blancos espectros para decirse sus confidencias y contnrse sus historins chistosas y divertidas.
Las flores en tanto, exhalan languidas sus perfumes. Las rosas blancas tienen la palidez de las doncellas: las rosas rojas dirían que brotan de un corazón desgarra do. Por los entreabiertos labios de todas estas flores, los cadáveres que aqui duermen lanzan emanaciones divinas, perfumes exquisitos, que llegan a nosotros en oleadas como si fueran suspiros.
No. Aquí no hay tristeza. no hay llan.
to, no hay melancolia, porque en este sa.
grado lugar las flores se abren voluptuo.
sas, el sol rie, los ruiseñores cantan. En los paseos de árboles, las ramas se abrazan amorosas y las mariposas revolotean suaves, ligeras y aladas, como las almitas de los niños. De una tumba a otra, de.
teniéndose en los cálices de las rosas, zumban trabajadoras las abejas, cual si encerraran los espiritus de los viejos que reposan, al fin, después de haber mereci do el eterno descanso.
fay! Cuando se abandona para siempre la vida, adónde se podrá reposar mejor que aqui, voluptuosamente acostado so.
bre una alfombra de rosas? El poeta tuvo razón al referirnos las alegres historias que se cuentan los muertos, y sólo en estos cementerios pudo inspirarse, porque en ellos no asoma la tristeza, ni nos sentimos invadir por la melancolía. Oh, no! Lo que hacemos es envidiar a los que tan dulcemente reposan.
Era el dia de Difuntos y yo paseaba por las avenidas del cementerio, que inundaba el sol, levendo la vieja balada de Heine, de ese pobre Heine al que persigue implacaEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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