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ILUSTRADAS PAGINAS ILUSTRADAS 11 e Hamburgo ementerio ble el odio del Kaiser, borrando su nom. ciendo caer los pétalos como una lluvia bre de todas partes, destruyendo las estal sobre la blanca, losa.
tuas que a su memoria levantan. Infe. continuó leyendo. Conocéis la vieliz Emperador, que no ve lo inutil de su ja canción: Los ángeles la llaman alegria intento, porque cuando el imperio haya celestial, los demonios la llaman mal in.
desaparecido, cuando nadie recuerde que fernal; los hombres la llaman Amor!
el Kaiser existió. los versos del poeta De nuevo alcé la mirada del libro.
seguirán encontrando eco en los corazones La hermosa rubia, con ademan lento, enamorados. continuaba deshojando las rosas y hacienYo leia la fúnebre balada. Una for do llover los pétalos sobre aquella sepul.
ma vaporosa iluminada por la luz de la tura.
luna sentose sobre la piedra tumular y, Quién podria ser? qué ser querido golpeando las cuerdas de una guitarra, venia ofrecerle el delicado homenaje de cantó con voz temblorosa. Conocéis sembrar de pétalos de rosa su sepulcro aún la vieja canción, cuerdas sordas y si El sol rein en el cielo, los pájaros canniestras: Conocéis la canción que en otro taban, revoloteando; todo era quietud, tiempo abrasaba con su llama los coraza. calma, silencio. Sólo entre las oleadas nes?
de perfumes penetrantes que embalsamaLevante los ojos del libro para contem ban el aire la voz del poeta murmuraba: plar la esbelta figura de una mujer que Los hombres la llaman. Amor. acababa de detenerse delante de una se.
pultura. Alta, joven rubia, llevaba un ramo inmenso de rosas y deshojábalas, laJose JUAN CADENAS Si; en este jardin espléndido, en este apacible refugio, nada, al llegar la noche, viene a turbar las sombras de los que can: tan Heine en su balada. Aqui, la luz de la luna, reúnense en alegre camaraderia los blancos espectros para decirse sus confidencias y contarse sus historias chistosas y divertidas.
Las fiores en tanto, exhalan languidas sus perfumes. Las rosas blancas tienen la palidez de las doncellas: las rosas rojas dirian que brotan de un corazón desgarrado. Por los entreabiertos labios de todas estas flores, los cadáveres que aquí duermen lanzan emanaciones divinas, perfumes exquisitos, que llegan a nosotros en oleadas como si fueran suspiros.
No. Aqui no hay tristeza, no hay llan to, no hay melancolia, porque en este sagrado lugar las flores se abren voluptuo.
sas, el sol rie, los ruiseñores cantan. En los paseos de árboles, las ramas se abrazan amorosas y las mariposas revolotean suaves, ligeras y aladas, como las almitas de los niños. De una tumba a otra, de teniéndose en los cálices de las rosas, zumban trabajadoras las abejas, cual si encerraran los espiritus de los viejos que reposan, al fin, después de haber merecido el eterno descanso.
TAy! Cuando se abandona para siempre la vida, donde se podrá reposar mejor que aqui, voluptuosaniente acostado sobre una alfombra de rosas? El poeta tuvo razón al referirnos las alegres historias que se cuentan los muertos, y sólo en estos cementerios pudo inspirarse, porque en ellos no asoma la tristeza, ni nos sen.
timos invadir por la melancolia. Oh.
no! Lo que hacemos es envidiar a los que tan dulcemente reposan. e a e n s Era el dia de Difuntos y yo paseaba por las avenidas del cementerio, que inundaba el sol, leyendo la vieja balada de Heine, de ese pobre Heine al que persigue implaerHuone Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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