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12 PAGINAS ILUSTRADAS momentos en que asoma mi fiente, bajo la apariencia de un manchón livido, al.
go asi como uma estrella maldita que ilumina mis noches con los resplandores de In fatalidad!
La maté, pero de qué modo.
Arrulle primero con la música de mis palabras a la que habia de ser más tarde la victima propiciatoria de mis criminales instintos. Imprequela después, y la llamé luego a nuestra casa, el dulce nido de es.
posos, todavia caliente del calor de su cuerpo, sublimado por el éxtasis de los primeros ensueños pasionales.
Ella estaba en la kermess decidora y festiva, sonriente y lisonjera. Sin sospechar la proximidad de su espantoso fin.
siguiome como una timida gacela, arrastrando con indolente descuido sus dimi.
nutas chinelas, brillantes de piedrecillas luminosas.
Convencido de que ya nadie nos veia, de que el ruido de la fiesta habia eclipsa do nuestro recuerdo, llevéla al jardin de nuestra quinta, a la orilla del nemoroso estanque poblado de cisnes extasiados en la augusta somnolencia de la tarde, hun di en su corazón la fina hoja toledana que guisa de cortapapel usaba yo en mi me.
sa de trabajo.
Luego, cuando en estertores de agonia alzaba mi sus brazos languidecientes para dejarlos caer al punto; cuando la sangre ahogó en sus labios el nombre mio: Enrique Enriquel, balbucido apenas, re.
cogi su cuerpo de la verdosa grama, y con sonrisa de desdén y de demonio, quise ver tiñéndose la linfa voluptuosa con su propia sangre, y lo arrojé en las ondas, produciendo, al hundirse, una encendida ebullición de perlas: fugaz lengüeta de agua teñida de rojo fué besar mis plan tas: último hálito de su existencia que acudia si ofrendarme el ósculo postrimero de su amor.
Un minuto después (la noche habia acentuado ya sus tintes penumbrales) su cadáver flotó sobre las ondas. Furtivo lampo del crepúsculo baño en flores de car min el rostro de la occisa. Crei por un momento que ella se ruborizaba de mi crimen.
In memoriam Para la que un tiempo.
Fué aquel un desborde exasperado de mis celos.
La mate.
El estigma de ese horripilante delito lo llevo aquí grabado en mi corazón. hay OSCAR PADILLA Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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