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temblores, mi familia estaba sumamente afanado en mi trabajo, preso por los espreocupada, y en particular mi querida combros, todo fue uno. Al abrirse las paesposa, que tanto se desvelaba por com redes, el techo cayó plomo, rápidamenplacernos toda hora. Ocup:ibamos un te sobre el piso, y ya no pude saber más pequeño rancho en el solar de la casa que de lo que pasaba mi alrededor. Ignorahabitábamos en compañia de la familia de ba que mi fiel y amorosa compañera, víc don Guillermo Oreamuno tima del furor despiadado de la naturaleDurante el dia alternábamos; veces za, dormia ya el sueño eterno, bajo un dentro de la casa, y otras en nuestra in grueso bloque de pared, poca distancia cómoda improvisada vivienda.
de donde yo estaba.
Esa tarde, por el temor de algo grave que Dichosamente mi hijo Victor Manuel, todo el mundo presentia, hasta por el as en tan apurados momentos, cuando toda pecto raro del cielo, mi esposa impartió persona se ofusca y pierde el buen juicio.
más temprano que de costumbre sus ór. lo primero que tuvo presente fueron sus denes cotidianas, obligando a la familia a padres: corrió a socorrernos y con la mis retirarse al rancho. Después de esas dis desesperada actividad se empeño en saposiciones invitó a Eduvigis, hija adoptiva, carme, ayudado por el generoso caballepara ir la iglesia de la Soledad, única ro don Francisco Gutiérrez quien son que estaba abierta y en donde se celebra deudor de un inaprecinble servicio cuanban las funciones de las hijas de Maria. do nadie estaba para atender quejas de Como ella era tan religiosa, siempre extraños, sino para salvar primero a sus asistia si tales festividades, y precisamente propios dolientes. Apenas me senti libre ese día con mayor razón, pues pertenecia de la prisión en que estaba metido, sin la asociación de MADRES CATÓLICAS, poderme mover, corriapresuradamente que tienen como patrona de ese culto ai con mi hijo a buscar a mi esposa, y jun.
Santa Mónica: con tal motivo había cum. tos medio locos por su ausencia y su siplido con la prescripción de confesarse y lencio saltamos de acá para alli entre los comulgar, recibiendo así, por disposición cañizos, los terrones y las tejas. y en nin.
divina, el sagrado viático para la eterna guna parte logribanos encontrarla: tal jornada, que pronto debía emprender, sin era la confusión y la oscuridad aumenta esperarlo.
da por el polvo. Don Guillermo su se Al regreso de la iglesia y cuando ya nora, que también fueron maltratados por agonizaba la última claridad de la tarde, los maderos y los adobes, vieron el rumme encontró trabajando en la imprenta bo que ella habia tomado hacia el inteque vo tenia instalada en un cuarto de la rior y nos lo indicaron, y nosotros apa casat; conversamos tirato sobre aque gando las últimas voces de su indicación, lla situación anormal en que nos hallaba con toda presteza pusimos manos a kata mos, con tantat amenaza encima, y sin que Tea de encontrarla, cuando roh dolor las hubiese esperanz:ts de que terminasen las llamos su catdiver muy cerca de nosotros, violentas conmociones del suelo; luego. pero, su espíritu ya muy lejos. Esto presa de la mavor nerviosidad, que en va luc a las pm, es decir dos horas mais no trataba yo de calmar con mis palabras, tarde de la catastrole, horas que para nos se dirigió al interior de la casa por el co otros fueron como dos siglos de deses rredor, con la intención de irse refugiar peración.
en la chioma del solar. Simultaneamente La modesta habitación que habiamos entraban don Guillermo y su señora dona improvisado, fue su estancia mortuorin, Elena Flores de Oreamuno por el mismo y allí la velamos, sirviéndole de unico sul camino, y se detuvieron todos conver dario la sombra aterradora de aquella no.
sar frente al jardín. En ese instante se sin che inolvidable, y sin más compania que tió la devastadora trepidación, y mi po. la de nuestra amargura y nuestras lagribre Panchita, en vez de huir hacia el jardin como los demás, para librarse, movi Cuando reaccionamos un poco de nues da de un sentimiento heroico, deshizo el tro estupor, una nueva espina vino cla.
camino para venir en mi auxilio, acompa varse en nuestras almas: notamos que leñando una voz de angustia al llamarme. naro, un pequeño huerfanito quien ha Oir aquella voz penetrante, que era como biamos recogido, no parecía por ningún el último adiós y quedar yo, que estaba lado. Lo buscamos en un lugar seguro, 50 DIO OSS mas, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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