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PAGINAS ILUSTRADAS Resonancias del terruño.
por Ramón Quesada, Ultimos días de Cartago Continuación XV Para terminar esta primera serie del artículos y dar principio una nueva que se concretará de preferencia a la descripción historia de los principales edificios arrui: nados, de los proyectos de reconstrucción, del tado de sitio y de muchos otros de.
talles que importa conocer, trascribo continuación los principales párrafos de una extensa carta que se ha servido enviarme el modesto, honrado y loborioso obrero don Gabriel Molina.
Espero que no volveremos presenciar otra desgracia igual a la de aquella noche negra y fría del de mayo, y menos quien como yo tuvo que lamentar la irreponible pérdida de una madre, toda amor y toda ternura y por cuya tranquilidad se me hacían gratas hasta las más rudas horas de constante trabajo.
En momentos del sacudión, vo estaba en el despacho de la cantina de mi inolvi.
dable amigo y patrón don Francisco Laporte (9. e. y sali todo escape siéndome dificil llegar al centro del salón, porque lo andaba y lo desandaba, según era el movimiento de la tierra, y mientras tanto se desprendió un marco de puerta y me cayó encima, de medio lado, y alli me quedé, con esperanza de salvarme, pues todo se volcaba y se hacia pedazos con gran estruendo; vidrieras, botellas, estanteria y fragmentos de calicanto de las paredes. El techo de esta sólida casa no se hundió. Yo creí que el mundo entero se había concluído, y cuando calmó un poco el temblor, sali despavorido a la calle; Ay!
di gracias a Dios de que me habia salvado pero si me encontré casi sin camisa, baña do en sangre y ahogándome por la nube de polvo que se levantó de todas partes.
Encontré don Chico y familia vivos, he.
chos un puño, abrazados, y dando gritos de misericordia la esposa y los hijos, y procurando consolar al jefe de la casa, que no cesaba de repetir. todo se ha concluido, todo se ha concluido! La muerte de don Francisco, acaecida no há mucho se debe sin duda a su fuerte impresión y a sus pérdidas en una edad bastante avanzada, y cuando ya sus fuerzas estaban muy gastadas para emprender de nuevo la tarea.
Cuando me reanimé un poco salí en carrera, con direccción mi casa que estaba más de 800 varas, detrás de La Soledad, sin sombrero y cobijado con un delantal, enredsindome en los alambres y tropezando con toda clase de escombros, pero con la fe viva de que encontraria salvas mi madre y mi hermana. Llegué a la casa, dificil de reconocer en la oscuridad y por ser todo aquel lado una confunsión de rui: nas, y iqué desolación no poder saber dónde estaria mi querida madre. Me detu.
ve para oir alguna cosa, y sólo reipaba en aquel lugar un profundo silencio. Al rato percibi unos jayes! en la casa siguiente y me dirigí alli: encontré al italiano Juan Sbrabati, socorriendo a Rafael Jiménez, que tenia una pierna prensada por una solera, y le ayudé como pude, en la esperan.
za de encontrar salva mi familia. En sean del sto; no el Es con EVO le

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