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Pag. 1nas Ilustradas ella Cin bu ntior glo Fue la en lebió de ser en el cuento primitivo un inlividuo moreno de esa raza hamitica orienta de la hebrea, al menos filológicamente de donde descienden los egipcios muchos italianos, españoles y portugueses: la misma de casi todas las tribus del Norte de Africa llamadas bereberes, que 120 son negras.
En pro de lo dicho vaya una prueba que creo concluyente.
Hay en la Historia un personaje conocidisimo que siendo Duque de Milán fue protector y amigo del artista ingeniero Leonardo da Vinci, quien encomendó la Conozco dos versiones castellanas de Otelo.
La más antigua no es en realidad una traducción, pues su autor don Teodoro de la Calle, no sabiendo ni palabra de inglés, hubo de echar mano Otelo de Ducis que no era sino una adaptación francesa de la tragedia shakesperiana, mas a pesar de lo que dista del original de aquella obra, no dejó de deleitar al público, a lo que contribuyó seguramente la versificación espontánea y valiente de tan mediocre autor. Con ella obtuvo sus primeros triunfos el célebre Maiquez que la popularizó principios del siglo XIX, y don Pedro Delgado la hizo aplaudir dos generaciones más, porque esta joya vivirá lo que vivan las pasiones de la humanidad.
La otra versión es del maestro Menén.
dez Pelayo, respecto la cual sólo diré imitando al Romancero cuando habla de las armas de Roldin: No las mueva quien no pueda, estar con ellas prueba.
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lo hue en re la ue en tez Olelo posee caracteres mais vigorosos que Hamlel, pues sus personajes parecen trazados con el arte mágico y seguro de las imponentes figuras que nos legó el buril acerado de Alberto Durero.
En efecto: aquel Yago que en tanto urde villanias reproductivas habla de su honradez, es un tipo real y palpitante de todos los países, de todos los climas, de todos los tiempos. cuántos pícaros no hemos oído el yo soy un hombre honrado! frente a semejante bellaco se yergue la figura noble de Otelo a free open nalure, de reposado continente, que con el corazón en la mano al verse atacado por su suegro, manda envainar los virgenes aceros para que no los visle el rocio de la noche, en tanto afirma que el noble Brabancio podrá más con la autoridad de sus jecución de la conocida «Cena que han dmirado cuantos hayan ido al convento de Santa Maria delle Grazie. Pues bien: ese Duque que vivió en el siglo XV, le lamaban Ludovico il Moro, por más que no fuese sectario de Mahoma, ni negro, ni nacido en tierra de moros era de Vigevano pero sí muy moreno, en tanto que los suyos eran bien blancos.
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