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Paginas Ilustradas 17 ALMA JOVEN Esfuerzo de oro que sus alas bate en pro de generosas actitudes: ora afrontando el campo del combate, ora premiando el bien por sus virtudes.
Tal es la voz que por doquier expande el alma joven de la vida humana, en toda vez dirige un paso grande en busca de una luz para el mañana.
Llena de fe perdura en su camino aunque por todos lados vea un abrojo: tiene conciencia que cual un encino.
sus altiveces matan el enojo.
Con entusiasmo acoje la nobleza que en medio de los actos se presenta; con voluntad sincera la franqueza que la palabra del mortal sustenta.
miseria desfallecida, hambrienta, y alli, dos palmos, la riqueza, harta, perezosa, indolente, que no hace el bien por no 110verse.
Levantarse, sacar del cajón unas monedas, abrir el balcón y echarlas a la calle: no hace falta más para que aquel hombre sienta su corazón henchido de alegria; pero aquella mujer por quien él está ciego, aquella dama quien va entregar su porvenir, su albedrío, no se levanta ni hunde siquiera la mano en los bolsillos en busca de una moneda olvidada.
Pasan unos instantes: el hombre devo.
ra con los ojos a su amada, espiándola con ansiedad horrible. Daria la mitad de su vida por verla levantarse; pero ella no se mueve, y en su rostro, disgustado por la terquedad de la mendiga, comienzan a di bujarse los gestos del hastio, que por fin se resuelven en un bostezo largo y callado.
Entonces el caballero, con mayor cautela que al entrar, anda algunos pasos hacia atrás; sin separar los ojos del espejo en que ve la imagen de su amante, y con con las pupilas veladas por dos lágrimas, quizás las más amargas que ha vertido en su vida, desaparece tras la puerta, cruza el vestíbulo y sale la calle, dejándose en aquella maldita casa un mundo de esperanzas desvanecidas y una realidad que le horroriza.
Al cruzar la plaza tropieza con la mendiga, y sacando unas monedas de plata las deja caer sobre su mano helada y sucia; luego, volviéndose, mira por última vez al balcón de la marquesa, y traspone la esquina llevando para siempre grabado en el alma, no el recuerdo de un rostro her.
moso y adorado, sino la imagen de aqueIla fisonomia indiferente, esquiva y fria que se reflejaba en el espejo, mientras la mendiga, con los pies descalzos entre la nieve, extendia la mano, sobre cuya palma, falta de color, casi se paraban sin de rretirse los copos que caian.
JACINTO OCTAVIO PICÓN Ella figura en todas las edades en pos de los más altos pensamientos, y sigue tras de todas las bondades que el corazón engendra en sus alientos, Dibujan como un báculo su porte en donde apoya la vejez sus años, y siendo de la vida un buen soporte, aleja de los hombres sus engaños.
Le dicen precursora de alegria tan sólo porque pone su frescura en el terreno duro donde el dia castiga con sus rayos de la altura.
Tienen sus huellas un destello rojo muy propio del calor de sus maneras y son sus sueños como gran manojo que suele refundir sus primaveras.
Es un halago para sus mayores, una esperanza para el patrio suelo, una promesa de hechos superiores y un juramento que remonta el vuelo.
El mundo, que se deja embaucar por las apariencias, no reconoce nada sin ellas: para él no hay padecimientos sin lágrimas, piedad sin pricticas, miseria sin andrajos. Decididamente los hipócritas tratan el mundo cual merece ser tratado.
Genera siempre hermosas margaritas en este valle de congojas lleno; y en la campiña del jardin ameno fulgura sus nostalgias infinitas!
OTONIEL FONSECA

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