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Páginas Instradas Luis. Se han vuelto ustedes locos!
Enrique. No, papá, hemos recobrado el juicio. Por un error inexplicable ibamos tomar rumbos opuestos, cuando el destino nos habia predestinado a marchar juntos siem.
pre. El error se ha rectificado y emprendemos el camino. Luis. tu porvenir, insensato? Tu carrera rota la mitad, mis esfuerzos de tantos años, sacrificados en un momento de demencial tú, Generos, es asi como pagas los bienes que te hemos hecho?
Generosit. Perdón, don Luis, ile quiero mucho! Luis. Ah, la cólera me ciega. Hace un movimiento airado que contiene inmediatamente. Pero no, idos, idos inmediatamente de esta casa gozar los frutos de vuestra ingrati tud; pero sabe, Enrique, que va 110 tienes nada que esperar de tu padre, porque al marchar habrás muerto para mi. Se sienta y se coge la cabeza entre las manos. Enrique. Procuraré ganar con el trabajo de mis manos el pan de cada dia y puede estar Ud. seguro de que, aun cuando por una fatalidad que la mentare mucho, 110 logre volver a conquistar su cariño, no olvidaré nunca que le debo todo y que no tengo derecho esperar nada más de Ud. Toma del brazo Generosa y se dirigen ambos o la puerta del fondo. Faustina (Deteniéndolos. Que no se vaya, Luis; es nuestro hijo, la encarnación de nuestros amores, la alegria de nuestra casa. Deseabas hacerle rico y poderoso, él ha preferido ser feliz. Pero. no era por ventura su propia felicidad lo que en tus empeños buscabas? Si le querías ver brillando en el mundo, admirado y fuerte, era porque an.
siabas para el todas las satisfaccio.
nes y triunfos; el aprecia más la dicha de los humildes. Tendremos dos hijos en vez de uno, y en nuestro hogar irradiará siempre el cre.
púsculo suave de los cariños castos y venturosos. Si quedaos, hijos mios, y que el cielo bendiga vuestro amor. Los abraza. Policarpo. Pues, señor, no hay caso: estoy condenado ver que todo se realiza en el mundo, menos mi planes económicos.
TELON Es un cuento de amor la piecesita, que trascurre dulcemente ter mina aún más dulcemente. El autor procura dar sabor nacional a la obra y lo consigue; critica levemente la murmuración y saca triunfante el amor, como se acaba de ver por la escena última copiada. GONZÁLEZ RUCAVADO MUJER Defineme, poeta me dijo cierto dia La virgen que yo adoro con fervida pasión; respondi al instante. Violeta candorosa; riéndose me dijo. Violeta? No, señor. Seris le dije entonces el lirio casto y bello Cuyo perfume suave yo aspiro con fruición.
Oh, no! Yo no soy lirio, violeta o flor alguna: Yo pienso, creo y siento, que muy distinta soy. Pues bien. un ángel eres que del azul del cielo Bajastes a la tierra por orden del Creador Para enseñar al hombre que hay algo en lo insondable Más bello que las flores y fülgido que el sol.
Sus ojos me miraban, sus labios sonreían, Mordiase los dedos y dijo media voz. Con que, poeta mío, no puedes definirme, mí que te idolatro con todo el corazón?
No has visto en mi sonrisa o en mi ondulante seno Oh soñador ardientel que sólo mujer soya FAUSTO

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