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TO Paginas Ilustradas como la sombra de los demis hombres, tienen la sustancia del baile infiltrada en la médula de los huesos. El negro tiene siempre una cantidad poderosa de energia, una suma considerable de fuerza y un tesoro inmenso de contento para bailar.
Pam el negro, bailar es vivir. Esto pa rece una terrible ironía de la naturaleza.
Meditando profundamente sobre tanoscuro contraste, se me ha ocurrido esta rellexión: Los negros han debido saber, pesar de su ignorancia, que se les ha intentado negar el derecho de llamarse hombres.
Ellos no disponen de prensas, ni de parlamentos, ni siquiera de un ejército para hacer lo negro blanco, y han hechado mano del baile como argumento invenci.
ble para probar que ellos son también hombres.
Yo pienso, luego existo, ha dicho un filosofo.
El negro, desatándose en elocuentes contorsiones, dice. Yo bailo, luego soy hombre.
El baile, considerado individualmente, es el derecho que tiene todo ciudadano de publicar sus movimientos con arreglo a la música. Baile en general es una serie de movimientos personales que empiezan en el rigodón, que es una necedad, y acaban en el vals, que es una locura. Bailar es hacer en presencia de mucha gente lo que no hacemos nunca cuando estamos solos.
por no reirnos nosotros mismos. El baile se extiende por todas partes y bajo todas las formas: desde las danzas fúnebres que se bailaban en la antigüedad alrededor de los muertos, hasta la medicina que cura las mordeduras de cierta araña venenosa haciendo bailar los enfermos.
No es solamente un placer, un honor fúnebre, una medicina; hay también una enfermedad terrible que hace los enfer mos ir buscar la muerte bailando, cual es el baile de San Vito.
Ese conjunto de saltos, de movimientos y de contorsiones que forman la expresión más viva del regocijo y de la alegria, suiele ser una cosa muy seria. El baile, que distingue al hombre de los bruitos, distin gue a los hombres entre si.
Hlav bailes nacionales. Tista es la mane ra tradicional con que cada pueblo expresa su pasión a moverse. Especie de dialectos llenos de gracia, de naturalidad, de expre.
sión y de poesia.
Hay el baile de sociedad, que es los bailes nacionales lo que el insoportable frac a los airosos trajes de las provincias.
Sus extremos son: ese circunstancial rigodón, que parece una reflexión bailada o un cálculo en movimiento, y ese vals que no es más que un torbellino siempre igual, sucesión interminable de vueltas, sin más accidentes visibles que el vértigo de los que bailan y el marco de los que ven bailar. Viaje rapidisimo alrededor de intia nitos peligros para la inocencia, para el pudor y para la honestidad.
Es casi imposible que no caigaa marcada una mujer que valse mucho, y yo he ob.
servado que a las mujeres le es muy difi cil valsar peco.
El baile es más todavia. Para presentarlo con todas las garantias de decencia y de formalidad posibles, tengo que valerme de una madre. Afortunadamente el mun, do no se acaba y tengo donde escoger.
Esta madre es preciso que sea madre de una hija: le pido lo menos que se necesita para ser madre. En honor de la verdad esta madre es una señora digna de respeto que ha sabido hacer de su lija, que es be.
lla, una joven honesta.
Estamos en un salón en donde no se baila, pero contiguo a otro donde se baila.
Me es de todo punto indiferente que estos salones formen parte de un edificio públi co estén encerrados dentro del santuario de una casa particular. Ello es un baile, y para mayor tranquilidad de todos advertiré que no necesito que sea un baile de mascaras.
La madre descansa sosegadamente en un ángulo del salón donde no se baila, mientras la niña pasea con sus compañe.
ras por el salón donde se baila. Yo me acerco la madre, si no hay otro que quiera hacerlo, y la digo en voz baja. Esa tranquilidad, señora, me prueba que no sabe usted lo que pasa.
La madre abre un mismo tiempo los ojos para expresar su admiración, y la boci para decir. No sé nadat. Mejor seria que usted no lo supiera, si no fuera peor que deje de saberlo.
Claro es que con estas misteriosas palabras despierto en ella tres cosas, que en mi opinión no han dormido jamais: el temor, el interés y la curiosidad. Advierto que aunque el baile no es de máscaras, yo me he propuesto dar una broma,

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