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12 Paginas Trustradas Huir lejos, muy lejos del ruido atronador de la ciudad con sus carros, sus tranvias, sus automóviles, sus campanas y silbos de locomotora; y sobre todo, y más que nada, de la eterna, de la inacabable discusión, polémica, disputa de los honbres que se estrujan por quitarse unosii otros puestos mezquinos en estrecho lugar. El campo es grande, hermoso, inmenso, inacabable; se ve cielo y Juz por todos lados; el aire libre penetra, llevando oxigeno a todos los poros, el corazón y el pecho se dilatan ante aquella inmensidad hermosa va esto sólo proporciona el más dulce de los descansos, el más fortalecedor reactivo. Lo que fatiga en la ciudad es el combate, la lucha, el acosamiento incesante de unos a otros; lo que lastima son las zancandillas y las emboscadas. Ya en los campos luce una paz hermosa; no lo tur ba el combate; la cinta blanca de la carre.
tera, que asciende y desciende y serpea, o se lanza recta través de la alfombra verde de las praderas entre las montañas abiertas a pico, está como iniciando salir de carrera veloz, huyendo de la jauria que cada vez estrecha más el cerco y acosa más y más al hombre moderno, esclavizadoa, herrojado por preocupaciones que se centuplican a diario aumentando la presión de su débil, de su pobre cráneo.
Tiempo pasará, hasta que logre convencerse al hombre agobiado por la labor mental de que las correrlas, paseos, ascenciones las montañas, caminos en llinuras y valles, no le proporcionan vigor y descanso; tiempo pasará hasta que sea verdad probada que los negocios que se entregan en playas, campos y montañas, los agobiados por la fatiga mental, y que son ejercicios, en su mayor parte físicos, est:in llamados hundirse en las oscuridades de próximo ocaso. RAMÓN MEZA (Habana, Cuba. iluminadas. Esas redes de alambre que pasan sobre nuestros tejados, vibran bajo los dedos del viento que sopla y exhalan su monotono y salvaje cantar. De abajo suben como una armonia vaga los ruidos de la tierra. En este misterioso concierto percibense como voces aisladas unas veces, rumores lejanos inexplicables, otras, el paso rápido de un presuroso transeunte o de un paseante retrasado, otras el silbi.
do de una locomotora lejana.
Después se oven cánticos de hombres y mujeres, voces roncas y avinadas, pro.
longadas y temblonas. Entonces me hecho discurrir y me pregunto qué cosa es en realidad la vida humana semejantes horas. en aquellas horas de la noche exentas de rubor y de vergüenzal. Investigadlo, lectores! Recorred en espiri.
tu no sólo ya vuestra ciudad, sino todas las ciudades del universo semejantes ho.
ras. Que se abran las puertas, que cai.
gan los muros, dejándolo todo patente vuestra vistal. Ah! si la luz de un relámpago que re pentinamente iluminara vuestros ojos apareciese la humanidad toda entera. Entonces veriais la humanidad nocturnal VICTOR ALVAREZ Alajuela, Febrero de 1911.
UN JOVEN alemán, con algun capital, inteligente, de buena presencia y con porvenir, desea contraer ma trimonio con una señorita del pais, que le guste viajar.
Dirigirse San Jose, por posta restante, las iniciales Ya ha recibido varius cartas y letratos.
DIVAGANDO veces, va bastante entrada la noche, antes del reposo, me arrastra mi pensamiento y yo me dejo llevar de él siguiendole maquinalmente. través de mi ventana todavia entreabierta, veo la ciudad que se duerme los lejos. En el oscuro cielo flota, como una nube, un resplandor rojizo sobre las plazas públicas y las calles UNA MUJER Mirarte sólo en mi ansiedad espero. sólo mirarte en mi ansicdad aspiro. y más me muero cuanto más te miro. y más te miro cuanto más me muero.
El tiempo pasa por demás ligero:Lloro su raudo, turbulento giro:y más te quiero cuanto más suspiro, y más suspiro cuanto más te quiero.
Deja tu cuello encadenar mi brazo. y al blando son con que nos brinda el remo, la mar surquemos en estrecho lazo.
Ni temo al viento, ni las hondas temo: que más me quemo cuanto más te abrazo. y más te abrazo cuanto más me quemo.
SALVADOR RUEDA

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