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Páginas Tlustradas IS randero del lugar. Pero, tuerto y todo juraria por Dios y por mi inima que veía más que Argos con todos los ojos con que lo doto la Mitologia pagana. Continuardi)
NA do de de LA PATINADORA de lel es 15 10 11 metiera en el bolsillo para hacer de ellos lo que gana le diera; pero bien se guardaba de esto el muy ladino, El chico recibia casi orgulloso, y muy agrudecido, este chaparrón de encargos, y para hacerle justicia, los desempeñaba conciencia con gran satisfacción, pues en sus adentros ya se juzgaba persona necesaria importante: Era una gloria para él subir al campanario, empuñar las cuerdas de las campanas, y empezar a tocar misa, cuando el oriente se iluminaba con los primeros fulgores de aurora Primero, unos cuantos golpes fuertes, que guardaban entre si un intervalo de tiempo exacto: luego, iban haciéndose más continuos y al propio tiempo más suaves. como un sonido que se aleja. casi hasta adormecerse, para volver a surgir después, vigorosos, vibrantes, como gritos de victoria, guardando siempre los mismos intervalos entre campanazo y campanazo.
Su imaginación infantil le sugeria, siempre que tocaba misa, la misma idea, el mismo simil.
Se figuraba el sonido algo así como un carro de montaña rusa, que al desprenderse de la cima de una cordillera, como la que el tenia enfrente, sonaba con gran fuerza: medida que el carro descendia, iba apagindose el sonido hasta hacerse casi imper ceptible cuando se arrastraba por el valle, para volver a subir triunfante y victorioso hasta arriba, en el crescendo fuerte, acompa.
sado sonoro de sus golpes.
Mientras golpeaba las campanas, parecia estar sumido en un éxtasis émulo de Quasimodo con las naricillas dilatadas, la vista fija alla en las azules serranias que empezaban a bañarse en la luz del Sol, de las cuales iban levantandose, dulce.
perezosamente, las nieblas blanquecinas que habiau dormido en los boscajes y en las canadas.
Al concluir, volvia en si echaba una mirada triunfante sobre el pequeño valle cito que dominaba desde el modesto cam panario, y bajaba lentamente, pensando.
pensando en tantas cosas!
El padre Juan le dejaba hacer, clogiaba la diligencia del muchacho; va se habia acostumbrado a las comodida des del huerto, porque el sacristán lo era desde muy niño, a causa de las viruelas que padeció y la excelente atención de que había sido objeto por parte de un cuPequé quizá por audaz al decir que erais, señora, la mejor patinadora que pisa el Palais de Glace; pero esos dos ojos son dos ojos de Andalucia y cada pobre flor mía tienen que abrir un perdón.
Vuestro frágil guante gris, neto, sobrio y cortesano, sirve de estuche la mano más pequeña de París; arrebatada en el vuelo del leve pie que resbala, parece que fuera un ala la falda de terciopelo.
Esbozando la indecisa curva, en los labios asoma con blancura de paloma la gloria de una sonrisa, en forma de sierpe están brillando como un tesoro los largos cabellos de oro bajo el gorro de astrakan Cómo ha de ofenderos, pues, el ademán del poeta que recoge una violeta que ha nacido vuestros pies, cuando bajo ese patin que añade estrellas al cielo se vuelve flores el hielo que cubre el «skating ring. MANUEL UGARTE OS 32 12 Un consejo oportuno. No puedo más! Mi mujer me hace trabajar como un burrro, me trata como un cerdo y me da de comer como si un perro. Pues, en ese caso, no tienes más re medio que ir quejarte la Sociedad pro tectora de animales.

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