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Páginas Ilustradas SAXEKO Jefes y empleados de la gran casa comercial Juan Knohr Hijos, San José Mamá dice muy bien y ya te juzgo indigno de mi amor. Por Dios, Elena. dices que me quieres. Yo. Perjuro!
Ingrato! Desleal. Calma, hija mia!
No te tomes, por Dios, ese disgusto. Tienes razón. Pues hemos concluido!
Lo que sobra son novios en el mundo. Pero, mujer. Lo dicho, caballero. Ofender a una damal¡Eso es lo último. Repito que yo. Bastal ¡Esa es la puerta. Pues, abur. Hasta nunca. La del humo!
Al verme despreciado de tal suerte senti brotar mi natural orgullo; pero pensaba en ella, y conocía que estaba enamorado como un bruto.
Un mes pasé sin verla: y una tarde la encontré con su madre y con el chucho.
Yo no sé qué senti, pero es lo cierto que en la garganta se me hacia un nudo.
La mire: me miraron; pero nada!
continuaron impavidas su rumbo.
La saludé cortés ni uiera correspondió la ingrata mi saludo!
Sólo el Pichiche, que me vió de lejos, corrió a mi lado; me miró con júbilo, mientras yo buscaba en los bolsillos algo con qué pagar su amor perruno, me olio las botas, levantó la pata Jy el grandísimo sucio me hecho a perder un pantalón cuadros que me habla costado siete durost.
VITAL AZA ho!
udo guno!
Sulto Abandoné la sala acongojado, y al encontrarme en el pasillo oscuro, vi que sólo Pichiche, cariñoso, salía a despedirme triste y mustio!
LA IMPRENTA DEL COMERCIO ES LA MASNILE

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