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Páginas Ilustradas 15 OJOS DE SANTO (1)
NOVELA DE COSTUMBRES POR JENARO CARDONA En medio de esa vida, Rafael Maria tenia dos grandes afecciones: amaba al padre Juan, a quien revestía con una aureola de santidad, como a su propio padre, y después Engracia, la chiquilla, su compañera inseparable, la única amiga que no se burlaba de él, la única con quien solia jugar a la coxcojilla, y salir de paseo, la única alma que parecía comprender sus desventuras, el único ser que le brindaba una amistad franca, pura y sincera.
Todo esto lo comprendia el chico su manera, y pagaba a su amiguita con una gratitud profunda, el favor de su amistad y de su cariño.
Muchas veces sucedía que cuando Rafael Maria tardaba para llegar comer, Engracia, que sabia donde podia encontrarle, se iba a la sacristía, y por el lado de afuera, acercándose un ventanucho, especie de claraboya por donde penetraba un poco de luz al cuarto de los enredos, co mo designaban el caramanchón aquél, gritaba empinándose en las puntas de los pies. Rafael, estás ahí. Sí, entre, contestaba el chico. No. si es que ya vamos comer y el padre me dijo que te llamara. Bueno, ya voy, pero entri un ratico. veces, la chiquilla entraba, y alli sostenían conversaciones de gran interés como esta que voy a relatar.
En cierta ocasión, Engracia se quedo mirando un San Roque muy feo que ha bia en un rincón del cuarto, sobre unas andas: de la nariz, que era descomunal, como nariz de judío, faltaba una ventani.
lla, de suerte que, aquella carilla grotesca y despintada, parecia fingir una horrible mueca cuando la miraban. más de esto, le faltaban la mano derecha y cuatro de dos y tres cuartos de la izquierda. De calabacita y cavado, ni las señas, y sólo se sabía que aquello debía ser un San Roque, por la consabida llaga que el Santo ostentaba en una rodilla, y por un perrillo que tenía los pies, tan desmedrado y canijo, que parecia comido por la sarna por el piojo, por las dos cosas juntas.
Engracia se quedó encarada con el Santo, y exclamó un sies noés incrédula. Viera si ese San Roque todavía estará bendito. Podia nol, contestó Rafael Maria: no sabes que a todos los santos les dura la ben.
dición toda la vida. No, hombre. cómo va a ser. No le ves la cara que tiene? Si parece un judío. Qué bärbara, no ligus eso. Los santos se quedan benditos toda la vida; por eso es que cuando ya no sirven, los que man y no se profanan así.
Engracia hizo un gesto de duda, y como quien pretende poner en un brete su contrincante, preguntó. Bueno, y ahora decime, ese perrillo.
estará también bendito? porque la bendi ción es para las santos, y no para los animales.
Rafael María fijó la vista en el perrillo, y depués de rascarse la nuca, exclamo. Pues es claro que la bendición es para los santos. El perro no es más que un atributo, un adorno, como dice el padre.
Pasa lo mismo con San Rafael: la bendición no le alcanza al pescado. y San Lucas, no lo representan con un toro, y San Expedito con una culebra, al otro con una aguila, y San Miguel con el mismo diablo En esto estaban cuando el tuerto, el sacristán, penetró en el cuarto atraído por las voces. Inmediatamente sometieron a su leal saber y entender la cuestión, y el tuerto sentenció después de haber oído (1) Esta novela, cuyo primer capítulo terminamos Je publicar hoy y que nos fue enviado como colabora ción, no es una novela corta, como erradamente se puso en el titulo; por el contrario, es una obra de largo alien to, de hondo estudio y de mucho análisis, en la cual ha trabajado nuestro amigo en épocas relativamente cortas.
Nos dice el señor Cardona que esa obra pensó con cluirla en Nicaragua, cuando servia alla la Legación de Costa Rica, pero que no le fue posible a causa de los trabajos de esa Legación; y que darle el ensanche que reclama el problema sociologico que estudia, formaria un volumen mucho más extenso que su primera novela J: Primo, acerca de la cual queremos recordar que mere ció el honor de ser editada por la casa de Calleja en La Novela de Ahora, y en la edición en pasta de la mis.
ma casa, titulada Obras literarias de autores célebres, tomo 78. de la las partes. Pues vean, la prencipal cosa que se necesita para la bendición, es la perfeición.

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