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Páginas Ilustradas et MUSA NATIVA EN RECUERDO DE AQUILEO נה a a Poesia leida en la velada que el Club Alfonso XIII.
celebró en memoria del poeta Aquileo Echeverria. EL ¿Dónde está la lira con que canta el viento en las claras noches de dulce quietud, dejando en las tumbas un vago lamento como de violines, como de laúd. La queja del ave lejos de su nido, lejos de su fronda, lejos de su amor; el verso que el agua rima en el dormido parque solitario desde el surtidor. En donde el susurro de abeja afanosa que va con el ámbar rubio de la miel que robó en los labios de una joven rosa en el rojo cáliz de un fresco clavel? bien el murmurio tenue de las olas que hablando de algún pescador perdido muy lejos, muy lejos y solas con la gran tristeza de un lejano amor.
Ruido de panderos y choques de espadas, voces de la flauta con que llora Pan; gritos de huracanes, tumbos de cascadas, trotes de cuadrigas que sin freno van.
Todo eso y la fabla de los campesinos. atletas que triunfan siempre en su laborla fabia que escuchan los patrios caminos bien del labriego, del leñador, cantar la musa del bardo nativo que cantó la pompa del patrio solar, el gañán robusto y el pájaro esquivo y todas las guarias que vió reventar.
Ella fue en las selvas errática ninfa de cuerpo lozano, de talle gentil; se vió en el espejo de la clara linfa, se adornó las sienes con rosas de abril.
En las alegrías de la carretera que de lejos finge dormida coral, la musa del bardo vio la mañanera marcha de boyeros a la capital.
Supo los secretos del abecedario que en sus negros ojos tiene el montañés para hablar solas de amor incendiario su novia hurana, sumisa después.
Oyó las consejas de los carreteros mientras descansaban junto al manantial; ella vio en las bodas bailando lanceros y los villancicos oyó en el portal.
La musa nos dijo en bellos romances llenos de gracejos y de buen decir, de la moza alegre cuyos camanances eran dos primores al echarse reir.
Admiró en los barrios al mozo altanero de chaqueta y banda en brioso alazán bajo el polvo de oro del mes de febrero, cuando era la tarde rojo tulipán.
Fué musa del pueblo y de mozas lindas, de caderas amplias y sano color: supo las recetas que daba ñor Vindas su cliente enfermo de agudo dolor.
Oyó el regateo de viejas tacañas que por un centavo dejan de tratar las leñas mejores que dan las montañas, y después de oirlas las supo pintar.
Ella vió el encuentro de Cuatro filazos mientras que la luna derramaba luz sobre los caminos, sobre los rlbazos, donde las tinieblas tienden su capuz.
Ella vió en los campos como las abejas tornan de las flores a su colmenar, y vio los cendales que las pudreorejas lucen de mañana sobre el valladar.
Sorprendió el idilio, junto a las praderas, una campesina y un joven doncel: ella de ojos negros y curvas caderas, de talle fornido y atlético él.
Ella vio en las tardes caer de las ramas de los limoneros lluvias de azahar; bordó con estrellas bellos epigramas, áureos madrigales supo cincelar.
Contero los astros como ruecas de oro hilando las hebras de sedosa luz; hizo de sus cantos lírico tesoro y engarzó zafiros y perlas de Ormuz.
Oyó las canciones de la serenata que el joven amante cantó con primor; supo de un anillo cincelado en plata, de un rizo de pelo yie cortó el amor.
Ella vió aquel Cristo de mirada mustia, faz dolorosa, tallado en marfil, que puso consuelo sobre de la angustia del enfermo bardo marchito y febril.
Ella vió cerrarse los tranquilos ojos del cantor agreste del patrio solar; sudario de besos puso a los despojos del lirico muerto. y se echó a llorar, Hoy está de luto, con nostalgia y tedio, llora pesadumbres presa de dolor, en playa extranjera, en lejano predio, se transforma en lirios el dulce cantor.
Yo también ofrendo, sobre su memoria, mi collar de rimas. quejas del laud mientras que descansa al pie de la Gloria.
en el cementerio de otra latitúd.
LISIMACO CHAVARRÍA

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